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Los tres mitos del racismo en México

México es racista, tan racista que algunos ni cuenta se dan. Al no darse cuenta, creen que tocar el tema es dividir al país. Al contrario, el silencio es lo que divide.
mié 24 junio 2020 11:59 PM
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Ilustración del racismo por Bárbara Castrejón, difundida por la DGCS de la UNAM en 2019 .

Hay tres mitos que surgen de inmediato cuando se habla de racismo en México: (a) que no existe, que en realidad lo que hay es clasismo, (b) que hablar sobre ello es tratar de dividir un país en el que todos somos iguales, y (c) que la discriminación racial existe contra blancos y morenos por igual, nada más que los morenos se victimizan.

En este espacio proveeré de evidencias y argumentos para mostrar por qué estos mitos son falsos, y por qué no solo es necesario, sino urgente, hablar de racismo en México.

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El primer mito es que en México no hay racismo, sino solo clasismo. Esto es que, se piensa que un moreno no es discriminado por su tono de piel sino porque no tiene dinero. Si un moreno se viera de dinero, dice este mito, no sería discriminado.

La realidad es que la investigación académica que existe hasta ahora apunta a que esto no es cierto. Un blanco con dinero tiene privilegios que un indígena con dinero no tiene. Privilegios que, por cierto, ayudan a que para el blanco sea más fácil acumular más riqueza.

El ejemplo prototípico es la investigación de Eva Arceo-Gómez y Raymundo Campos, donde muestran que cuando mujeres con el mismo currículo profesional están aplicando a un trabajo, las mujeres indígenas reciben menos llamadas que las mestizas y blancas.

El racismo y el clasismo tienden a confundirse porque, como ha mostrado la investigación de Guillermo Trejo y Melina Altamirano, típicamente los mexicanos blancos tienen más dinero. Por cada seis blancos que pertenecen al 30% más rico de la población solo hay tres morenos y dos morenos obscuros. Esto no se debe a que los blancos tengan más dinero para educarse y, por tanto, mejores empleos porque entre dos personas con la misma educación, el blanco siempre tiene más dinero.

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El segundo mito es que hablar de racismo es dividir al país porque todos somos iguales y somos mestizos. La realidad es que no somos iguales. Y ello se nota hasta en el acceso a servicios públicos. Un buen ejemplo es el acceso al agua.

Trejo y Altamirano también han mostrado que, entre dos mexicanos con el mismo nivel de ingreso, los más blancos tienen más acceso al agua. Esto se atribuye a que, desde tiempos coloniales ha habido una segregación racial que ha determinado que los morenos vivieran en áreas donde había menos acceso a servicios públicos. Esas divisiones de la colonia permanecen hasta ahora.

El mito del mestizaje fue una propaganda política del PRI que surgió después de la revolución. La meta de la propaganda era terminar con los agravios de la guerra.

Luego de más de 100 años ya va siendo tiempo de llamar a cuentas esa propaganda y desmentirla. Si la mayoría somos mestizos, no todos somos iguales. Los mestizos más claros tienen privilegios que los más obscuros no.

Hablar sobre ello no es dividir, sino evidenciar divisiones que ya existen y que han sido silenciadas en detrimento de los morenos y en beneficio de los blancos. Solo si hablamos de estas diferencias podemos crear conciencia para cambiarlas.

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Las personas tienden a creer que no hay racismo en México porque aprendimos lo que es racismo viendo películas de Estados Unidos. Tendemos a pensar que el racismo es esclavizar una raza y tener un supremacismo blanco tipo Ku Klux Klan.

La verdad es que hay diferentes tipos de racismo y el racismo mexicano, aunque no se parece al de Estados Unidos, sí existe. Sucede cuando, por ejemplo, una persona morena no se convierte en director de una empresa porque “no es la imagen de la empresa” o cuando se dejan todos los puestos de relaciones públicas a mujeres blancas porque “se ven niñas bien”. En México, “verse bien” está relacionado con “verse blanca”, y eso es racismo.

Por décadas, a las mujeres nos dijeron que no debíamos hablar de feminismo porque dividíamos. Que ya estábamos “representadas” por los hombres. Si las mujeres nos hubiéramos comprado la idea de “no dividir”, no habría hoy ganancias críticas como paridad de género en el congreso o increméntele representatividad de las mujeres en puestos directivos.

Finalmente, está el mito que la discriminación racial existe para blancos y morenos por igual. Para muestra, se dice que los morenos han creado apodos y burlas hacia los blancos, tanto como los blancos hacia los morenos.

Esto es falso porque supone que una burla es equivalente la discriminación racial. No es así. La discriminación racial es una actitud social profundamente propagada que estigmatiza a algún tono de piel como inferior, y que justifica directa o indirectamente, la exclusión y la opresión.

Esto es evidente, por ejemplo, en los restaurantes. No es lo mismo que te digan “pásele güerito” al sentarte en la mesa de una fonda, a que te no quieran dar una mesa en un restaurante de lujo porque tu color de piel hace que el negocio se vea feo o de menor clase. Lo primero es una burla, una frase que te identifica. Lo segundo es la justificación de la exclusión porque eres “feo”, siendo “feo” una definición racial.

Así que no, no es tiempo de callar, es tiempo de hablar más del tema y de encontrar formas de evitar que los prejuicios, la discriminación racial y el racismo, dividan a México. Hablar sobre racismo no es dividir, es unirnos por un México justo. Silenciarnos es dividir, pues es aceptar una sociedad injusticia como la única alternativa.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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