No conforme desabastecer a los hospitales todo el sexenio, y en plena crisis dejar sin equipo de protección al personal médico, los acusó de mercantilistas, de sólo buscar enriquecerse. Olvidó que son los luchadores principales en esta crisis, y que han protagonizado históricos levantamientos sociales.
Y apenas la semana pasada, con evidente resentimiento, se fue contra una de las principales instituciones sociales de México: el CONAPRED. Una de las conquistas más emblemáticas de la izquierda mexicana, dinamitada por el primer presidente que supuestamente emanó de ella.
Con desparpajo y en tono burlón, después de la polémica por la invitación a Chumel a un foro (clara insensatez y error de juicio del CONAPRED), el presidente no solo dijo no conocerlo, sino que lo llamó innecesario.
Que el presidente de un país con problemas tan profundos de discriminación, racismo y clasismo se atreva a tildar de innecesaria a la institución encargada de combatirlos es inaudito. El segmento poblacional agredido por sus comentarios es mucho más amplio de lo que él cree.
No conforme con eso, en la misma semana se termina de destruir a la Comisión de Atención a Víctimas (CEAV), que ya venía sufriendo por los recortes presupuestales que el presidente se negó a cancelar. Al renunciar su titular, el presidente prefirió ignorar a la institución.
Si un grupo apoyó al presidente en su lucha por el poder, justamente fue el de las millones de víctimas que tiene México. Fue de sus grandes postulados de campaña. Pero ahora, en lugar de fortalecer a una CEAV ignorada por Peña, prefiere seguir su camino y neutralizarla.