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#ColumnaInvitada: | La política anticorrupción 4T, mucho ruido y pocas nueces

Mientras sigamos dejando el problema de la corrupción a la buena voluntad del presidente, no sólo no saldremos del problema, sino que va a empeorar.
mar 16 junio 2020 06:30 AM
Entre los países menos corruptos se encuentran Finlandia, Nueva Zelanda y Dinamarca. (Foto: Getty Images)

Los sonados casos de corrupción de gobiernos anteriores le ganaron adeptos y muchos votos a la 4T, pero también generaron grandes expectativas que, a casi año y medio de esta administración, seguimos esperando ver realizadas.

Desde antes de tomar protesta como presidente, el discurso contra la corrupción de la 4T ha sido, por decir lo menos, poco coherente. No hay un concepto claro de corrupción, pues se le antepone como adjetivo a todo lo que el presidente personalmente considere ilegal y deshonesto; también se le usa como un sinónimo de privatización, y a final de cuentas es el mismo presidente quien define sus alcances legales y quiénes deben y no deben ser investigados por ello. Por ejemplo, dijo que perdonaba a los corruptos del pasado, pero no a todos, a sus enemigos políticos no. También es él quien determina si en México hay o no hay corrupción. Aunque en varias de sus “mañaneras” ha dicho que en México no hay más corrupción, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG-2019) que realiza el INEGI indica que de 2017 a 2019 el número de actos de corrupción aumentó de 14.6% a 15.7%. López Obrador dijo estar en desacuerdo porque él tiene otros datos.

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Pero ¿cómo ha sido en la realidad el combate a la corrupción en la 4T? Para contestar mencionaré dos casos ilustrativos.

El combate al huachicol.

La 4T se inauguró con el anuncio de una estrategia para acabar con la corrupción en el sector de los hidrocarburos: el “huachicoleo”. El propio presidente manifestó que el robo de hidrocarburos se permitía desde el gobierno y que desde ahí se manejaba todo. Al final, la “estrategia anticorrupción” solo dio como resultado la detención de dos servidores públicos de Pemex, quienes al día de hoy no han recibido sentencia. Pero esto no fue todo. Ante la escasez de gasolina, creada por la propia 4T, era necesario reanudar el suministro del combustible, pero no abriéndole la llave a los ductos, sino emitiendo una declaratoria de “emergencia”, la cual permite, en un primer momento, obviar los procesos regulares de adjudicación de contratos. Esto llevó a la compra de 671 autotanques por más de 92 millones de dólares, usando el proceso de “adjudicación competitiva”, forma de contratación completamente desconocida por la Ley de Adquisiciones. Como cereza del pastel, la 4T terminó anunciando que operarían sólo 612 unidades, 59 menos que las compradas.

La familia incómoda: los Bartlett.

A mediados de su primer año de administración, la SFP, recibió diversas denuncias en contra de Manuel Bartlett, actual director de la CFE. Las denuncias hacían referencia a la inexplicable riqueza del funcionario público, así como a las actividades comerciales de su novia y sus hijos. Acto seguido, la SFP inició una investigación por las siguientes faltas graves: conflicto de interés, tráfico de influencias y enriquecimiento oculto u ocultamiento del conflicto de interés. Finalmente, a través de un informe técnico y sin contar con la competencia legal para hacerlo, la SFP “exoneró” a Bartlett de las tres faltas, además de no dar vista al Tribunal Federal de Justicia Administrativa, autoridad competente para conocer de las faltas graves. ¿Recuerdan el perdón a los corruptos del pasado? Pero el caso sigue. Debido a la pandemia por COVID-19, la empresa Cyber Robotics Solutions, propiedad de uno de los hijos del director de la CFE, recibió un contrato por adjudicación directa para dotar al IMSS de Hidalgo de respiradores, los cuales se pagaron con un sobreprecio del 80%.

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Aquí la pregunta es: ¿por qué el presidente pondría en tela de juicio su prestigio de paladín contra la corrupción defendiendo a los Bartlett? La respuesta es sencilla. Manuel Bartlett fue y sigue siendo el más férreo defensor de la no privatización de los bienes de la nación, una de las espinas dorsales de la política anti-neoliberal de la 4T. Como el presidente usa el concepto de corrupción como sinónimo de privatización, quienes luchan contra la privatización no pueden ser corruptos. Esta es la misma razón por la cual las organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la anticorrupción no se entenderán nunca con el presidente, porque parten de conceptos y definiciones completamente distintas.

Por desgracia para todos quienes no habitamos en Palacio Nacional, la corrupción sigue siendo una constante en nuestras vidas. Mientras sigamos dejando el problema de la corrupción a la buena voluntad del presidente, no sólo no saldremos del problema, sino que va a empeorar.

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1. https://expansion.mx/nacional/2018/12/01/discurso-integro-de-lopez-obrador-como-presidente

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Nota del editor: La autora es maestra en derecho internacional por la Escuela de Fletcher de la Universidad de Tufts. Directora Ejecutiva de la Iniciativa de Transparencia y Anticorrupción de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey.

Twitter: @AngEstrada5

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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