Nada volverá a ser lo mismo
Mientras escribo estas líneas, todavía no sabemos lo que nos depara el futuro, si seremos capaces de retomar una vida normal o no . Todos los indicadores internacionales y la retórica de los profesionales de la salud sugieren que no. Ya sea que esperemos un rápido desconfinamiento, una inmunidad universal a mediano o largo plazo, la rápida llegada de una vacuna o una situación que se prolonga, la vida cotidiana de toda la población se ve actualmente perturbada. Esta situación llevará lógicamente a un cambio en nuestro comportamiento, en nuestros patrones de consumo, en nuestra forma de vida, en nuestro concepto de comunidad, en nuestras relaciones con los demás, en nuestra forma de ver la vida en general.
El Derecho, como espejo regulador de nuestra sociedad, está entonces destinado a sufrir profundos cambios en su contenido. Pero lo más notorio será en la forma en que se practica y en la organización de los actores que lo componen.
Un acelerador de la innovación
La tercera regla de trabajo de Einstein decía que “en medio de la dificultad reside la oportunidad”. Dentro del ecosistema jurídico, esta frase adquiere ahora su pleno significado. Esta crisis es una oportunidad para dar un giro real a la innovación y para alimentar las tecnologías jurídicas del futuro.
El sector jurídico ha expresado reiteradamente su preocupación por los efectos de las nuevas tecnologías en el cumplimiento de la reglamentación y las cuestiones de seguridad . Si la desconfianza y el miedo al cambio se desvanecen, la crisis de COVID-19 puede ser un incentivo para aplicar definitivamente las innovaciones y soluciones eficaces que han sido desarrolladas en los últimos años y que, además de resolver los problemas actuales, transforman la eficiencia y el costo de los procesos a mediano y largo plazo.