Solo 11 entidades pierden con el actual SNCF. Irónicamente, la que más pierde es la Ciudad de México: casi 144 mil pesos por persona al año. Paradójicamente, Jalisco se ve beneficiado con poco más de mil pesos por persona al año. Nuevo León es quien tiene una pérdida muy considerable, más de 35 mil pesos por habitante al año.
Una balanza fiscal en la que cada entidad federativa recibiera lo que se recauda en su territorio ocasionaría que la solidaridad de los estados prósperos con los estados menos favorecidos fuera nula y, en ese caso, ¿qué sentido tiene ser una Federación? Por otro lado, si las pérdidas de los más prósperos son crecientes y permanentes, unos estados vivirán a costa de otros, haciendo de igual modo inviable la Federación.
La solución es obvia: se debe procurar que las economías de estados menos prósperos crezcan más rápido que las de los estados prósperos, para que, en algún momento, acabe la dependencia de las transferencias federales. A este proceso se le conoce como convergencia económica. Hace más de 50 años, Octavio Paz, en la Posdata al Laberinto de la Soledad, señaló que el tema central de la historia moderna de nuestro país es la existencia de dos Méxicos, uno moderno y otro subdesarrollado, que presentan un dilema: o el México desarrollado integra al otro o el México subdesarrollado terminará por estrangular al desarrollado. Nuestra existencia como país depende de poder solucionar este problema.
_______________
Nota del editor: el autor es secretario académico de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana. Premio Nacional de Administración Pública (INAP) 2003.
Twitter: @AntonioS_Andreu
Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.