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Sin ojos para ver la pandemia

El INEGI no podrá realizar encuestas cara a cara. Sin ojos para ver el verdadero tamaño de la pandemia, el gobierno podrá encontrar aún más excusas para desatender a los pobres e informales.
lun 11 mayo 2020 06:30 PM
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Los encuestadores del INEGI denunciaron que fueron separados del contrato que tenían por la epidemia.

El INEGI no podrá reportar los datos laborales que tradicionalmente reportaba en abril y mayo. Debido a la pandemia, sus encuestadores no pueden salir a la calle y, por tanto, los datos recabados en encuestas cara a cara tendrán que ser substituidos por datos recabados de manera telefónica.

La decisión que tomó el INEGI es la correcta. No se puede poner en riesgo la vida de sus trabajadores.

Aun así, los efectos de esta decisión podrán ser devastadores para los mexicanos más pobres porque el gobierno federal en reiteradas ocasiones ha dicho que no implementará un plan de recuperación económica contundente hasta “ver cómo va” la crisis del COVID-19.

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Bueno, pues ahora no podrá ver mucho. O al menos no podrá ver lo mismo a lo que estábamos acostumbrados.

El INEGI es el único organismo público autónomo que realiza encuestas de forma regular para conocer los niveles y las características del empleo para trabajadores informales y subempleados. Si la metodología con la que se recaban estas estadísticas deja de ser completamente comparables, nos quedaremos con menos capacidad para observar los efectos de la pandemia. Nos quedarán los datos de empleo del IMSS; es decir de trabajadores formales. Los trabajadores formales no tienden a ser los más pobres.

Los últimos datos que tenemos de INEGI, de marzo de este año, ya comenzaban a mostrar tendencias interesantes que apuntaban a que el desempleo estaba afectado más a los trabajadores que menos ganan y a las mujeres.

Tan solo durante el primer mes de la pandemia, la desocupación laboral se concentró más entre personas con menores niveles de instrucción. Así, el porcentaje de personas desocupadas con nivel de instrucción primaria o menos aumentó de 11 a 14 por ciento, mientras que el de personas con secundaria completa disminuyó de 38 a 34 por ciento.

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Las mujeres sin experiencia laboral también entraron más a las filas del desempleo. En febrero, el 13% de ellas estaban desocupadas; en marzo, el dato ya era de un 17%. En comparación, los hombres pasaron solo de 7% a 9%. De todas las variables medidas, las mujeres con nivel de instrucción medio superior o superior son las que más cambios han enfrentado. Entre ellas, el número de personas que quisieran trabajar más horas, pero no encuentran trabajo suficiente, aumentó de 30 a 36% en un solo mes. Entre hombres no hubo cambio perceptible.

Si los nuevos datos del INEGI no son lo suficientemente contundentes, o metodológicamente comparables, como para demostrar los efectos económicos de la pandemia en los más pobres y en las mujeres, el gobierno de López Obrador no sentirá que tiene que responder. Y ello aumentará más el sufrimiento de los más vulnerables.

Al momento, las ayudas del gobierno se han centrado en el otorgamiento de 3 millones de créditos a microempresarios, medio millón de despensas por parte de la armada, y en la continuidad de los programas sociales que atienden a 22 millones de personas. En un país con 52 millones de pobres, estos apoyos no son suficientes.

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La preocupación de no poder observar la magnitud de la pandemia con las nuevas estadísticas del INEGI es relevante pues típicamente, las encuestas telefónicas tienden a llegar a personas con más recursos. Esto se debe a que es un requisito contar con un teléfono para poder ser contactado. Si bien es cierto que cada vez más personas cuentan con acceso a líneas telefónicas, la preocupación de dejar fuera a algunas personas vulnerables subsiste.

Otros datos corroboran tendencias muy negativas para el empleo. En el sector formal se ha reportado la pérdida de hasta medio millón de empleos. Asimismo, de acuerdo con INEGI, el sector turismo, conocido por ser un fuerte empleador, se contrajo en 34% con respecto al año pasado y el gasto de los visitantes internacionales se redujo en 46%.

No queda claro que algún dato vaya a hacer que López Obrador cambie su parecer y amplíe su plan de recuperación económica más allá de las personas que están en el censo de bienestar.

En lo personal, confío en que el INEGI al mando del Dr. Santaella hará su mejor esfuerzo para darnos los mejores datos que podamos recabar en estos tiempos de pandemia. Me entusiasma particularmente el ejercicio específico que se hará para la Medición del Impacto del Covid-19 en el Mercado Laboral.

No es momento de tener menos ojos, u ojos menos agudos, para observar lo que pasa en la economía mexicana. Es momento de abrir más los ojos.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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