Publicidad
Publicidad

La mudanza del INEGI: el factor humano también cuenta

Alrededor de 3,000 familias dejaron el entonces Distrito Federal y se mudaron a Aguascalientes con el INEGI entre 1986 y 1988. Estas son sus buenas y malas experiencias.
jue 26 julio 2018 05:30 AM
Mudanza de INEGI
Mudanza. La descentralización del INEGI significó la mudanza de 3,000 familias a la ciudad de Aguascalientes. Quienes participaron en ese proceso y quienes lo vieron recomiendan al equipo de López Obrador tomar en cuenta el aspecto sociocultural antes de mover dependencias a otros estados, como se ha planteado.

AGUASCALIENTES, Aguascalientes (ADNPolítico) - Dijeron que sí porque anhelaban mejores condiciones de vida. Sin sismos, sin esmog, sin tráfico, sin asaltos… A otros hubo que convencerlos: facilidades para comprar una casa, trabajo para el marido, escuelas para los hijos, guarderías.

El sismo de 1985 apuró la mudanza. Para los gobiernos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas fue más barato construirle al INEGI un nuevo edificio central, en los terrenos que donó el gobierno de Aguascalientes, que reconstruir los de las dependencias cuyas tareas, en parte, había comenzado a asumir el instituto antes del siniestro.

Recomendamos: Las lecciones que dejó la mudanza del INEGI a Aguascalientes

La mudanza del INEGI implicó un cambio de vida para alrededor de 3,000 familias y es el caso exitoso de las descentralizaciones de la administración pública que se han intentado en México.

Juan Lobo, uno de los coordinadores de la reubicación, y Rebeca Padilla, una investigadora que estudió el cambio desde el punto de vista sociocultural, consideran que si el gobierno de Andrés Manuel López Obrador quiere mover las dependencias federales a otros estados, antes debe hacer estudios que tomen en cuenta el factor humano.

“Vale la pena hacer un análisis muy concienzudo, sobre todo porque no estamos moviendo muebles. El elemento humano hay que considerarlo con mucho cuidado porque es del que depende la institución”, dice Lobo a ADNPolítico.

Publicidad

“También habría que hacer un estudio del tipo de ciudades que recibirían las dependencias (...) generar una concientización también entre los que reciben”, añade.

“Es una buena idea (descentralizar), solo que no puede darse por decreto. Tiene que haber una planeación muy minuciosa tanto en lo económico, en solucionar todo lo que requieren las familias que se vendrían… Porque realmente no son individuos, son familias, y eso lo coloca en otra perspectiva”.

Aquí están las experiencias de aquella mudanza que cumple 32 años.

Haz patria, mata a un chilango

Hacia adentro, el INEGI informó puntualmente a su personal sobre el proceso de reubicación; hacia afuera, informó a los aguascalentenses qué era el instituto y cómo los beneficiaría ser sede de su oficinas centrales. Sin embargo, olvidó presentar a los anfitriones con sus nuevos vecinos.

“No hay previamente una concientización o una campaña para recibirlos. Entonces, en Aguascalientes se dio la campaña de 'Haz patria, mata a un chilango', de mucha discriminación. Aunque se niegue, aquí en Aguascalientes persiste esta idea de que todo el mal viene de fuera (...) y eso no es exclusivo de Aguascalientes, pasa en otras ciudades del país: el miedo a lo diferente”, cuenta Padilla, autora del estudio Perfiles socioculturales de ciudadanía. Identidades urbanas y geografías mediáticas. Estudio de cinco escenarios en la ciudad de Aguascalientes.

A propósito de estadísticas: 93% de la población de Aguascalientes es católica.

“Hasta tuvo que intervenir el obispo en las homilías porque sí hubo esta discriminación”, relata la académica.

Lobo lo recuerda bien: “Se nos atravesó en aquel entonces aquella situación de 'Haz patria, mata un chilango'. Por X razones, después de haber sido muy bien vistos cuando venían a visitar, algo sucedió que ya no les estaba pareciendo tanto y hubo que hablar, como le digo, con los sacerdotes y todo, para que nos ayudaran y en la homilía y todo eso, hablaran de sus hermanos del DF que iban a llegar aquí y que los recibieran de la mejor manera”.

El relato de los ‘héroes chilangos’

En sociología se llama "relato del héroe" a la recuperación de experiencias de personas que han superado obstáculos en un periodo. Y esa es la clave en que los chilangos que se mudaron a Aguascalientes recuerdan aquella época.

Además de la discriminación y a pesar de los apoyos que el INEGI les dio, los trabajadores enfrentaron trabas para insertarse a su nueva vida hidrocálida.

“La descentralización es un asunto, más que institucional, familiar de la gente que trabaja ahí: tiene que reorganizar su vida para irse. Muchos se vinieron hasta con los abuelos porque, ¿cómo los dejaban? Y luego, ya instalados aquí, ellos te cuentan (...) que superaron estos obstáculos, que llegaron y no estaba bien: eran pies de casa, pero no estaban terminadas, y todos los problemas que hubo”, explica Padilla.

Desde dentro, los coordinadores de la mudanza tuvieron que considerar ese factor humano.

“Esta señora trabaja en el INEGI, pero su marido trabaja en quién sabe qué otro lado y pues, ¿cómo vamos a separar a la familia? Entonces, vamos a conseguir trabajo al marido o a la esposa, según el caso, en Aguascalientes. Íbamos apuntando todos aquellos problemitas y luego, el principal: ¿se quieren ir o no se quieren ir? ¿Pueden irse o no pueden irse? Entonces, hicimos para empezar una encuesta de decir: 'Ya saben que está en puerta que nos movamos para Aguascalientes… ¿Te animarías a irte? ¿Puedes irte?'”, recuerda Lobo.

Él mismo fue uno de los primeros 200 trabajadores que llegaron a la nueva sede.

“La única (experiencia) no tan grata fue haberme separado tanto tiempo de mi familia, pues yo tenía que aprovechar fines de semana para estar con ellos en la Ciudad de México o traérmelos en los puentes, en los espacios de vacaciones, en fin...”, dice.

La oferta cultural… y los antojos

La llegada de la gente del antiguo DF amplió la oferta cultural y gastronómica de la que disponían los hidrocálidos.

“En Aguascalientes, muchas cosas culturales prehispánicas o del sur no estaban vigentes y cobró relevancia la gastronomía como el huitlacoche, la flor de calabaza, el Día de Muertos. Sí hubo una revitalización cultural y comercial con la llegada de la gente de la Ciudad de México”, apunta la investigadora.

Gracias a la llegada de los capitalinos, Aguascalientes vio modelos de familia distintos a los tradicionales en la región conservadora a la que pertenecía.

“Las mujeres que trabajaban y dejaban a sus niños, que en los 80 fue como la primera vez que esta sociedad lo vio. Y eso también contribuyó a que cambiara la sociedad”, cita como el ejemplo más claro.

El beneficio a la academia

El personal del INEGI era, en su mayoría, técnico y especializado. En el mediano y largo plazo, su llegada benefició sobre todo a las universidades de Aguascalientes.

“Haber traído una plantilla de personal técnico calificado permitió que las universidades y todo lo que aquí había les diera cabida a estos compañeros que ya tenían tardes libres. Entonces, se fomentó mucho ese intercambio técnico entre las instituciones educativas y el INEGI (...) Pasados los años, podemos ver que hijos de muchos de los compañeros que llegaron en esa reubicación ahora son docentes o empleados de buen nivel dentro del mismo INEGI”, afirma Lobo.

Y como académica de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), la propia Padilla es testimonio de eso: “El INEGI fue una fuente clave de apertura de trabajo. Creo que de mi generación muchos se fueron a trabajar al INEGI; por supuesto que abrió espacios”.

Lee: La descentralización puede impulsar la economía regional, dice experto del BID

Y al paso de los años, las conclusiones son...

Al recuperar la experiencia de los trabajadores del INEGI, coordinadores de la mudanza y la de quienes siguen en Aguascalientes, Padilla concluye que la descentralización en esa ciudad fue positiva para ambos lados.

“Lo que podríamos decir que persiste es la decisión fuerte que tomaron, los obstáculos que superaron y se sienten orgullosos. Y a la larga, ellos dicen que el balance es positivo porque su calidad de vida familiar y, por consiguiente, su salud mejoró”, comenta.

“Después de escuchar todas las perspectivas, yo creo que a la larga pone a prueba a los que vienen, porque es un esfuerzo, y pone a prueba a los que reciben, en términos de tolerancia. Pero a la larga creo que es positiva la migración. Creo que, a la larga, la migración implica, tanto para el que emigra como para el que recibe, un enriquecimiento”, concluye.

Tras lo vivido en carne propia y con sus compañeros, Lobo menciona además los beneficios técnicos.

“Decían algunas señoras: 'Aquí me sobra marido. Lo veo en la mañana, lo veo al mediodía y luego toda la tarde estamos juntos'. Y sí, finalmente, el número de personas que llegaron aquí establecidas fue bastante cuantioso, aunque en algunas épocas se mencionó que había habido bastante deserción, que se estaban regresando. Pero no, nuestros números acusaban otra cosa (...) Sí se regresaron, no fueron tantos como se mencionó, y sí fue una apertura tanto a la economía como a la gente que requería o que podía estar en las filas del INEGI, fue un campo laboral muy benéfico para la entidad”.

Newsletter

Los hechos que a la sociedad mexicana nos interesan.

Publicidad

MGID recomienda

Publicidad