Ni en el guión de la película más sorprendente e insólita de ficción en cuanto a una pandemia, se les pudo ocurrir una realidad que hoy lacera a millones de mexicanos: ya no hay cerveza.
Podría caer en una broma de mal gusto, si no fuera porque la importancia de ese líquido para los mexicanos es concreta. Casi la mitad de la población de México bebe cerveza; estamos hablando de más de 65 millones de personas, el consumo anual rebasa los 68 litros por persona,
Los inventarios ahora se han agotado no solo en las tiendas, incluso en las páginas de internet de envíos como Amazon o Mercado Libre.
Esto, debido a que al no ser esencial la actividad de la producción cervecera, las empresas cerveceras pararon su producción.
Incluso, ya son al menos cuatro estados de la República que han decretado “Ley seca” (Tabasco, Yucatán, Sinaloa y Puebla) mientras que 17 municipios han tomado las mismas medidas.
La disposición presume que se debe eliminar el consumo de alcohol en los hogares a fin de que se evite la violación a la sana distancia y los contagios del COVID-19 puedan desacelerarse. Pero además, evitar la violencia doméstica y las reuniones en los distintos hogares del país.
Según esta lógica, la cerveza y otros productos con alcohol, no son esenciales durante esta emergencia sanitaria.
Hasta ahí, podría sonar una medida inteligente y hasta necesaria. Sin embargo, la situación actual demuestra que no ha sido asertiva, no funciona y tiene señales de fracaso.
Los efectos colaterales de la escasez de cerveza podrían ser mucho más lamentable de lo que imaginamos. Expertos, como el Dr. Marco Murueta, señalan que el consumo de la cerveza para la sociedad representa un rol psicológico. Pues aunque suene extraño, el consumo de las bebidas con poco grado de alcohol tienen más bondades de lo imaginado.
“El no consumir alcohol propiciaría un crecimiento de la ansiedad y el estrés, de la irritabilidad y probablemente pudiera generar tensiones entre las familias, entre las personas, posibles reacciones violentas, desesperación, en algunos casos podría haber ideas suicidas por no poder bajar el estrés” señala el Dr. Murueta.
En este momento, el más álgido de la pandemia del COVID-19, la gente no solo se está protegiendo del temido virus, sino que tiene que enfrentar una situación quizá peor, pues hay infiernos en distintos hogares del país. La violencia doméstica ha incrementado desde el llamado al encierro nacional, más de 13.7%. Tan solo en Marzo pasado hubieron más de 20,232 denuncias por violencia.
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El llamado a la “Ley seca” ha demostrado en el pasado (como los días de jornadas electorales), que más allá de disminuir el consumo de alcohol, lo ha catapultado. Junto al temor de la población por no encontrar productos, se provoca la rapiña, las intoxicaciones a causa de alcohol adulterado, el contrabando de alcohol, el abuso en el sobreprecio y esto desata una gran cantidad de encarcelamientos por todo el país.
La medida es una espada de dos filos y al parecer, los mexicanos sufren más por el desabasto que por el contagio al nuevo coronavirus, en sí.
Esto lo vislumbró el secretario de Agricultura, Víctor Villalobos Arámbula, quien a principios de abril sugirió a las empresas cerveceras reabrir las grandes fábricas para además de abastecer a la gente, cuidar el empleo de miles de trabajadores y los cultivadores de cebada.
Al parecer, esa medida fue bien aceptada por los grandes consorcios cerveceros como grupo Modelo y Heineken (Tecate), incluso hicieron campañas dentro de redes sociales para anunciar que habría el suficiente abasto a sus clientes.
Pero no les duró mucho el gusto, pues el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell reaccionó y aseguró que “La industria cervecera no tiene autorización para restablecer operaciones”.
Por lo que desde entonces, las relaciones de las productoras y el gobierno federal se han roto. A tal grado que esta pugna pudiera ser la causante del verdadero desabastecimiento de la cerveza a nivel nacional. Luego de la “decepción” de las empresas (eternas rivales), han decidido unirse para mostrar su influencia y poderío sobre las mentes y la conducta de los mexicanos. Pues tanto Modelo, como Heineken, aseguraron que tenían “stock” suficiente para proveer de sus productos durante toda la pandemia, sin embargo, al no poder abrir sus maquilas han ocasionado una batalla contra la figura de López-Gatell quien se ha convertido en la manzana de la discordia.
Mientras que distintas secretarías están a favor de que continúe la producción, el subsecretario de Salud es tajante y dice que no permitirá que eso suceda.
Negar que López-Gatell es un experto en cuanto a epidemias sería una falacia. Sin embargo, el desconocimiento psicológico o social que tiene sobre la necesidad de la cerveza en los hogares podría desencadenar una cantidad de problemas, que son contraproducentes a la estricta y polémica medida.
Así que mientras el gobierno y las empresas cerveceras tengan esta tóxica distancia, las cervezas seguirán en las bodegas. Eso hará que el ánimo de los mexicanos se deteriore, quizá es lo que quieren los grandes consorcios. Hasta que cada consumidor de cerveza le exija al gobierno la reapertura de las fábricas.
Entre jaloneo y jaloneo de poder, nosotros, los que cada día tenemos más calor, no tenemos cerveza y necesitaremos mucha más paciencia en días de furia, desolación y hartazgo.
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