El sentirnos constantemente amenazados nos ha motivado a ser más conformistas y respetuosos de las convenciones cuando sentimos la amenaza de una enfermedad (porque no solo existe el COVID-19). Los seres humanos estamos evolucionando.
Según los expertos, los recordatorios extremadamente sutiles sobre la enfermedad pueden dar forma a nuestros comportamientos y actitudes.
Simplemente, pedirle a la gente que se pare junto a un desinfectante de manos provocó que los participantes de un estudio científico expresaran actitudes más conservadoras asociadas con un mayor respeto por la tradición y la interacción con otras personas. El sencillo aviso de lavarse las manos ha llevado a millones de personas a ser más críticos con los comportamientos sexuales no convencionales.
Cada cabeza es un mundo. Sin embargo, la gran mayoría estamos sufriendo y aunque todavía no tenemos datos concretos sobre las formas en que el brote de coronavirus está cambiando nuestras mentes; la teoría del sistema inmunológico de conducta ciertamente sugeriría que es probable.
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De esta pandemia saldremos muy distintos de cómo fuimos, cambiaremos nuestros hábitos, conductas y todo lo relacionado con nuestra conducta social, por lo que los gobiernos, tanto locales como el gobierno federal deben tomar medidas para entender a sus nuevos ciudadanos.
Los votantes podrían cambiar drásticamente su concepto político, vaya, el espectro del escenario político será completamente distinto, lo viven en Estados Unidos a unos meses de votar por su presidente. En México no será distinto, las prioridades del votante cambiarán radicalmente a lo que votaron en 2018.