Pero hay que actuar. Es hora de darse cuenta de que nos toca ser los bomberos individuales, y aunque sea con cubetas, pero sumados todos, el volumen de agua que podemos mover es amplio y un recurso muy valioso para atemperar la forma en que el fuego arrase con todo lo que vemos en el país. Y el gobierno en forma irónica e irracional asevera que en realidad esta tempestad les “viene como anillo al dedo”. Y hasta se atreven a querer modificar las leyes para dar mayor margen de discrecionalidad a la ya excesiva e insaciable voluntad de control presidencial.
Así es que requerimos ponernos las pilas. Salir de la zona de confort. Jugárnosla por el país. Es cierto que en el sexenio pasado la corrupción y abusos fueron descomunales, pero en el de ahora no son ajenos a lo mismo pues llevan más del 75% de adjudicaciones directas y la correspondiente opacidad, el resultado es justamente una forma de ser profundamente corruptos. Si a esto se le agrega la incapacidad e ineptitud de gestión, y la irracionalidad en toma de decisiones (con una profunda vocación por derrochar recursos, como si gobernar fuera un juego), el resultado es de una corrupción exacerbada y tan o más dañina que la de sus predecesores.
Completamos el recuento del desastre con la cuenta de inseguridad, injusticia e impunidad. Se nos dijo que se pacificaría al país y que recuperaríamos la tranquilidad. No solamente no ha sucedido nada de eso, sino que ahora estamos peor de cómo recibieron el país en 2018. Puras mentiras porque para lograr resultados se tienen que aplicar estudios profundos, acciones diferentes, métricas reales de eficiencia, e instituciones fuertes. En lugar han aplicado demagogia, militarización y opacidad. Súmenle la estrategia de abrazar a la delincuencia organizada (incluyendo a la madre de uno de los principales capos del país) y los resultados son obvios. Un desastre total.
Es por todo lo anterior que suenan fuerte las campanas. No podemos perder tiempo. Nadie que no sea nosotros mismos nos va a salvar. Es nuestra responsabilidad actuar y no depender ni esperar más a que el gobierno haga algo, porque eso ya quedó claro simple y sencillamente no va a suceder. Todos a ayudar antes de que sea demasiado tarde. A apoyar los movimientos en que se haga notar el disenso y la barrera ciudadana a los abusos e iracundas decisiones. Cero tolerancia a la demagogia destructora.
Me gustaría decirles que estamos exagerando, pero no es así. El riesgo es real e inminente. Debemos manifestarnos contundente y claramente, y actuar todos los días, aunque no les guste el modito. Suenan fuerte las campanas
AMLO promete sancionar a responsables en el caso del hijo de Bartlett | #EnSegundos
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Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es secretario general de México Unido Contra la Delincuencia y socio del despacho Hogan Lovells BSTL.
Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.