Hoy, ya en el gobierno, lejos de preocuparse por informarse más sobre esa realidad, ha decidido enconcharse en sus ideas de un México que hace décadas no existe, en un mundo que es muy distinto a lo que él concibe. Un Presidente esperanzador a destiempo.
Lo más grave de este destiempo es la fuerza con la que llega, que le da la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y la mayoría simple en el Senado. Mayorías que ha aprovechado para llevar a cabo importantes regresiones en algunos de los pocos avances que habíamos logrado.
Ese poder con el que llega, lejos de ponerlo a buen uso, lo ha utilizado para imponer visiones obsoletas de país. Para retrasar el reloj a lo que algún día el conoció. Lo que no puede modificar es la realidad global, esa que hoy nos está cobrando facturas incalculables para el futuro del país.
López Obrador llegó a destiempo, pero a diferencia de Fox que llegó demasiado temprano, él llega demasiado tarde y con costos demasiado altos. Visto a la distancia, debió llegar en 2006.
En aquel momento, no hubiera tenido la aplastante mayoría con la que hoy cuenta. Ni hubiera tenido el tiempo suficiente de acumular los logros locales que durante años cultivó y que fueron fundamentales en 2018.
Si hubiera llegado en 2006, la dispersión del poder en al menos tres partidos, la hasta entonces fuerte CONAGO, entre otros factores, hubieran contenido muchos de sus intentos regresivos. No hubiera encontrado instituciones tan debilitadas por Calderón y Peña.
En 2006, tal vez también hubiéramos retrocedido, pero se habría logrado una presión suficiente para evitar el nivel de malos gobiernos que tuvimos después.
Pero hoy, él mismo está matando la esperanza que generó, la esperanza de salir del pasado pero fortalecidos. Mientras, los demás seguimos atarantados y ausentes. Como en los sexenios pasados.
Hoy, esos millones de esperanzados serán los que más resentirán los errores de su Líder. Hoy en México se acaba esperanza, y se vive totalmente a destiempo. Ojalá el Presidente tenga pronto la capacidad, y disposición, de recapacitar y ponerse a tiempo. Y los demás, de dejar de vivir de la esperanza y empezar a actuar, para evitar seguir viviendo a destiempo.
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