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AMLO quiere reescribir la historia

El desfile del 20 de noviembre de 2019 es evidencia de la forma en la que AMLO quiere reinterpretar la historia. La celebración "revolución popular” da cuenta de una nueva forma de ver la historia.
lun 18 noviembre 2019 06:30 AM
AMLO y 20 de noviembre.jpg
El presidente presentó en días pasados el desfile de la "Revolución Popular" para conmemorar el 20 de noviembre.

Hay quien dice que AMLO no ha dejado de ser candidato para ser presidente. Yo pienso que AMLO ya dejó de ser candidato para convertirse en historiador. Y es que AMLO no está gobernando para el hoy, sino para lo que él considera es su legado.

AMLO concibe su presidencia como una revolución popular. Una transformación social profunda similar en importancia a la revolución mexicana. Esta concepción tiñe su gobierno y sus metas. La primera y principal meta de AMLO y de su gobierno es rescribir la historia mexicana.

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AMLO quiere pasar a los libros de texto como el presidente que llevó acabo la verdadera “revolución popular”, la que nos había quedado a deber el PRI. Según esta interpretación, la primera revolución mexicana fue un periodo que comenzó con Flores Magón y terminó con Cárdenas, pero que no logró crear justicia social. La segunda es la que comenzó cuando AMLO ganó las elecciones.

No es coincidencia que, de acuerdo a esta interpretación de AMLO, la primera revolución mexicana haya comenzado con Flores Magón. Flores Magón era un liberal de Oaxaca con ideas radicales para su época. No solo creía en la necesidad de derrocar a Porfirio Díaz, sino en que la salida del dictador debería suponer mejoras sociales de gran calado. Fundó el Partido Liberal Mexicano, un partido que es la inspiración de AMLO, y cuya ideología era cercana al anarco-comunismo.

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No es coincidencia tampoco que, de acuerdo a la narrativa que quiere acuñar la 4T, Madero no fuera un revolucionario sino un burgués. En efecto, para Madero la principal meta de la revolución era la democratización; es decir, realizar elecciones que sacaran a Díaz del poder. Esta idea distaba mucho de ser compatible con movimientos más populares como el encabezado por Emiliano Zapata que buscaba, por encima de todo la justicia social por medio de la reforma agraria.

Tampoco es coincidencia que, para AMLO, la primera revolución mexicana haya culminado con Lázaro Cárdenas. Cárdenas fue presidente de México de 1934 a 1940. Entre los presidentes post-revolucionarios se considera de los más radicales, no solo redistribuyendo tierras en mayor medida que muchos de sus sucesores, sino logrando consolidar importantes afrentas contra el capital como la expropiación de la industria petrolera y la nacionalizando la red ferroviaria.

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Al igual que Flores Magón, Cárdenas fue creador de un partido, en este caso el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) que fue precursor del PRI. El PRM era un partido “corportativista” que buscaba aglutinar los intereses de distintos mexicanos en sectores y organizaciones como la famosa CROM, el SME y la CNC.

Es bastante interesante notar cómo, según el gobierno de AMLO, después de Cárdenas solo hubo obscurantismo y peor, neoliberalismo. Los años que van de 1941 a 2018 son, para López Obrador, un momento en el que el poder fue gradualmente conquistado por las élites en detrimento de los más pobres y los indígenas. El neoliberalismo, periodo que comenzó con el gobierno de De la Madrid en 1982, y cuya muerte AMLO fecha en 2018, fue el peor momento de esos 80 años, un periodo caracterizado por un gobierno predatorio, burgués y corrupto que comenzó con Manuel Ávila Camacho.

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El desfile del 20 de noviembre de 2019 es evidencia de la forma en la que AMLO quiere reinterpretar la historia. La celebración titulada “revolución popular” da cuenta de una nueva forma de ver la historia según la cual, la 4T y AMLO, no son solo un sexenio más, sino un movimiento cuya meta es reivindicar lo popular, tal y como lo quería Flores Magón y Lázaro Cárdenas.

A raíz de ello, en lo que resta del sexenio, veremos más y más políticas públicas que traten de reivindicar lo popular pues ello es lo que AMLO considera su principal legado. Ya lo vemos en ciertas acciones. AMLO ha privilegiado asistir a comunidades indígenas durante sus giras. En lo que a de su sexenio ha visitado casi 80. Su toma de protesta y su forma de concebir la comunicación pública es mucho más similar a la plaza pública, que a la reunión de alto nivel. Sus programas sociales comenzarán a delinearse bajo criterios de raza. Ya se anunció, por ejemplo, que las pensiones para adultos mayores tendrán diferentes reglas para los indígenas, favoreciéndolos con mejores condiciones.

La cuestión no para ahí. Algunos de los programas que se implementan desde CONACyT, por ejemplo, están tratando de reivindicar la “ciencia tradicional” por encima de la ciencia positivista. Casos similares se ven en la Secretaría del Bienestar en donde María Luisa Albores, argumenta que la pobreza puede disminuirse a partir de crear cooperativas que permitan que la gente genere agricultura de autoconsumo y unas cuantas ventas domésticas.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autora.

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