La separación de poderes, y la efectividad con la que estos pueden servir como límite a los posibles excesos de alguno de los otros, es uno de los principios fundamentales sobre los cuales descansan las democracias contemporáneas. En este sentido, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) es posiblemente el contrapeso más importante que existe actualmente frente a las decisiones del presidente de la República y de la mayoría legislativa de Morena.
El diseño constitucional mexicano faculta a la SCJN para que sea el límite del ejercicio y en ocasiones, abuso del poder en que pueden incurrir tanto el ejecutivo como el legislativo federal o locales. Las facultades y atribuciones del máximo tribunal del país son tan relevantes que para evitar un ejercicio arbitrario de las mismas se depositan en un órgano colegiado, en el cual sus decisiones se tienen que adoptar por la mayoría de sus integrantes.