Es importante reconocer que este gobierno no generó este desastre, recibió un país donde la situación de inseguridad empeoraba. No obstante, es también importante reconocer que este gobierno sí ha acentuado la crisis de violencia e inseguridad llevándola a niveles nunca visto.
Esto se debe al hecho que este gobierno parte de un diagnóstico equivocado y como el diagnóstico está mal, el plan de acción está mal y la evaluación de la realidad está mal.
En 2019, estamos peor si comparamos con 2013 porque no se vislumbran en el panorama elementos que puedan llevar a la reconstrucción de paz para el país; es particularmente desalentador que cuando escuchamos a nuestras autoridades confunden estrategia con acciones, así como las causalidades y relaciones que mantienen vivo el problema.
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Estamos peor hoy que en ningún primer año de gobierno federal porque tenemos menos Estado, menos instituciones y menos recursos para combatir el fenómeno delictivo que causa estos niveles de violencia y nunca como ahora la política empaña las decisiones de seguridad.
Tan sólo analicemos la semana que acaba de terminar, pese a que los datos oficiales –y subrayo oficiales– dicen que el homicidio doloso en la capital nunca había sido tan alto y muestran una clara tendencia al alza, el presidente López felicitó a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, emanada del partido del presidente, por reducir dicho delito.
Tras la tragedia que abatió Coatzacoalcos, donde delincuentes privaron de la vida a 28 personas, dejaron múltiples heridos e incendiaron una actividad comercial, el presidente da un espaldarazo al gobernador del estado, emanado de su partido, y descarga la responsabilidad en el Fiscal General autónomo que proviene de la pasada administración.
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