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#ZonaLibre | Mujeres, nadie se calle

El que miles de mujeres se hayan unido para hacerse escuchar es un despertar genuino que es irreversible en México, asegura Caleb Ordóñez.
mié 21 agosto 2019 09:30 AM
Caleb Ordóñez promo
Abogado, comunicador y especialista en Periodismo digital por la Universidad Complutense de Madrid.

La mexiquense Alexandra tenía 15 años, fue brutalmente asesinada y el responsable está libre.

La adolescente salió de la casa de su mamá donde cuidaba a sus hermanos pequeños; sin embargo, no llegó a su destino, alguien la secuestró, abusó de ella, torturó, asesinó, quemó y arrojó desnuda a una barranca donde fue encontrada al día siguiente sin un brazo. La misma suerte corrió Brenda Cruz, quien desapareció después haber subido a un taxi y, posteriormente, fue encontrada muerta en el paraje Loma Blanca, en el municipio de Almoloya de Juárez, también en el Estado de México. Fue violada y asesinada por un golpe en la cabeza.

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En Puebla, se trató de Judith Abigail, quien fue secuestrada el pasado 8 de agosto y encontrada el pasado 17 de agosto en el paraje “Los Encinos”, en las inmediaciones de la carretera hacia Santa Cruz Alpuyeca.

Ese mismo día, en Fresnillo, Zacatecas, un sujeto asesinó a su esposa y luego intentó quitarse la vida. Según las indagatorias, Eustalia discutía con su esposo, se escucharon gritos cuando el agresor le estaba pegando con el machete, hasta degollarla.

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Apenas el pasado 19 de agosto, Miguel Feliciano y María Miranda reconocieron el cuerpo de su hija Patricia Feliciano Miranda, de tan solo 12 años, a quien encontraron desnuda y con huellas de haber sufrido un ataque sexual. Esto sucedió en el municipio de Chillón, Chiapas.

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Se trata de odio

El odio es un cáncer social que va creciendo calladamente, inundando las redes sociales y por lo tanto el lenguaje común de las personas. El mayor generador de odio es el odio mismo, y el odio nace de la ignorancia, del temor y la mala información.

El odio es una enfermedad grave que podría encuadrar en un problema de salud pública. Las niñas y niños crecen socializándose en situaciones en las que el odio y la violencia son la norma. El odio es un sentimiento irracional que anida en una persona excesivamente poseído y convencido por su razón y su visión de las cosas.

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El odio es un “iceberg”, que tiene sus cimientos fuertemente arraigados a una sociedad que durante siglos ha despreciado el papel de la mujer en la sociedad, la política y religión. A ese odio, los expertos llaman misoginia.

El rechazo o desprecio que se expresa en relación con las mujeres ha estado presente en nuestra historia, aparece en textos de antiguos filósofos, en sermones religiosos, en la mutilación genital, hasta el encarcelamiento de mujeres por haber abortado y el feminicidio de nuestros tiempos".

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El desprecio hacia las mujeres se expresa en múltiples formas: control, exclusión, discriminación, descalificación, maltrato sexual, intimidación y todo tipo de abusos. En nuestro país, de las 6,614 niñas, niños y adolescentes que están desaparecidos, siete de cada diez son niñas y adolescentes mujeres, de acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas.

Según la ONU, diariamente nueve mujeres son asesinadas en México, por el hecho de ser mujeres. Violan a 50 mujeres al día.

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De 2015 a la fecha, suman 3,200 feminicidios a nivel nacional. Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe), el 82.1% de las mujeres tienen sensación de inseguridad cuando están en la calle.

Matarlas no las hará callar

Al revisar las escalofriantes estadísticas mexicanas cada día en aumento, no puedo olvidar aquel 22 de marzo del 2017, cuando un grupo de cobardes gatilleros le quitó la vida a una de las periodistas más incisivas que ha tenido México. Su nombre era Miroslava Breach Velducea, la mataron por sus publicaciones que se referían a casos de corrupción política, abusos de derechos humanos, agresiones a comunidades indígenas y violencia de carteles de narcotráfico.

A más de dos años del asesinato, no existe sentencia condenatoria contra ninguno de los responsables, hay solamente un acusado en prisión preventiva, una orden de aprehensión contra otro implicado pendiente de ejecutar, y un tercer participante aparentemente asesinado.

¿Cómo no manifestarse?, ¿cómo no levantar la voz por cada una de las mujeres que fueron violadas y asesinadas con saña?, ¿acaso querían una manifestación silenciosa? ¡Ya basta de quietud!".

Las infiltraciones, así como los errores cometidos por unas cuantas personas, al caer en hechos violentos injustificados, en la pasada marcha feminista contra la violencia de género, en la Ciudad de México, no pueden hacernos olvidar el verdadero problema: el odio presente en la sociedad contra la mujer.

El que miles de mujeres se hayan unido para hacerse escuchar es un despertar genuino que es irreversible en México.

Sin duda, siempre será más útil acercarse a las causas y alejarse de la violencia. Sin embargo, es imposible no sentir la misma rabia que explotó, al recordar cada una de las mujeres desaparecidas, violadas y asesinadas que no conocimos, mucho más el dolor de sus familiares y amigos.

En este México que hasta que se cansa, grita. Y cuando grita lo hace hasta quedarse afónico. Que ha sufrido tantas injusticias que ha callado una y otra vez. Porque el silencio es el pecado social más grande. Porque en este México, aunque divido por decenas de situaciones, nunca podría separarnos la lucha por las causas justas. Porque tenía que llegar el día que Claudia Sheinbaum escuchara las peticiones y no se justificara con “provocaciones” de grupos feministas. Y así llegará el día, que los otros 31 gobernantes del país, tengan que bajar la cabeza y ser confrontados ante éste flagelo.

Que la brillantina rosa inunde el país. La sangre de las que fueron calladas por la violencia sigue clamando justicia y el clamor está en miles de ustedes que han decidido dejar atrás el temor y el silencio. Que el movimiento #NoMeCuidanMeViolan persista en su lucha, pues podríamos estar en medio de un movimiento de conciencias nunca antes visto.

No se callen. No permitan ser divididas. No dejen que su movimiento sea manchado por la violencia. Levanten un ejército de amor por las víctimas y sus familias".

No están solas. Permítanos a quienes sentimos la misma causa, abrazarla y acompañarles. Porque también existimos hombres que nunca permitiríamos ver una mujer ser humillada. Esta lucha la tenemos que librar todas las personas, unidas.

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