Ya ni te preocupes, Rosario
“No te preocupes, Rosario; hay que aguantar...”, le decía el entonces presidente Enrique Peña Nieto el 17 abril del 2013, cuando era acusada de utilizar los programas sociales con fines electorales en Veracruz. La gente aplaudía y la sonrisa de Robles no podía ocultarse. Como testigo de honor, se encontraba el presidente brasileño Lula Da Silva, quien se ponía de pie ante el discurso de Peña Nieto y tomaba de la mano a Robles. Hoy, el ex mandatario carioca también está preso en una cárcel de Curitiba por una gigantesca trama de corrupción.
¡Cómo da vueltas la vida! Hoy, quien podría pender de un hilo es justamente Peña Nieto y a quien le gustaría escuchar las palabras de Rosario Robles diciéndole: “No te preocupes, Enrique”.
Hace apenas unos meses ambos personajes se reunían en Acapulco, en la boda de la hija del abogado Juan Collado, quien hoy está en prisión. El triángulo de estos amigos tendrá que ser expuesto en juicio, algunos creen que hay un cerco hacia el primer círculo del “peñanietismo” y rodarán más cabezas.
Te puede interesar: Rosario Robles será vigilada las 24 horas en el penal de Santa Martha
Lo cierto es que el ocaso de Rosario Robles deja un mensaje a todos aquellos que se fascinan por el poder, que se dejan deslumbrar por los puestos y la oportunidad de hacer negocios al amparo de la impunidad. El resultado de ver a Rosario Robles en prisión también lleva a la reflexión de cómo una joven con tantos sueños de justicia, con raíces de pensamiento izquierdistas radicales, maoísta y sindicalista que profesaba la austeridad como estilo de vida congruente a las ideas socialistas. Que arrancó su vida pública al lado de los más pobres y terminó involucrándose amistosamente; derrochando en las mismas tiendas de moda que Marta Sahagún y Elba Esther Gordillo.
Hoy Rosario Robles es abominada en todas las esferas de la izquierda, desechada por el priísmo, con el repudio general de los ciudadanos. En completa soledad enfrenta una realidad depresiva, un drama que debe ser ejemplo de cómo el amor al poder corrompe hasta la médula, incluso al joven más idealista.
Y su tormento apenas comienza.
__________________
Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.