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#ZonaLibre | El drama de Rosario Robles

Rosario Robles ha vivido la política como en una montaña rusa; de la izquierda radical pasó a derrochar dinero en las mismas tiendas que Marta Sahagún y Elba Esther Gordillo, escribe Caleb Ordóñez.
mié 14 agosto 2019 10:30 AM
Caleb Ordóñez promo
Abogado, comunicador y especialista en Periodismo digital por la Universidad Complutense de Madrid.

Es una mujer con un talante duro y hasta violento, forjado desde muy joven, mientras dirigía a universitarios de la Universidad Nacional Autónoma de México. Un verdadero dolor de cabeza para los políticos que veían a la joven feminista crecer políticamente como espuma. Rosario Robles fue conociendo puesto tras puesto y haciendo relaciones de poder que la llevaron a la jefatura del Distrito Federal y a ser secretaria del gobierno federal.

Fue fundadora del PRD en 1989 que iba sonriente del brazo de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo o Andrés Manuel López Obrador.

Ella, que luego de una sequía de años tras constantes escándalos que la llevaron a renunciar al PRD, decidió apoyar al priista Enrique Peña Nieto en 2012 y regresar al poder como ave fénix.

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María del Rosario Robles Berlanga ha vivido la política como en una montaña rusa. Es una ideóloga del feminismo a grado radical, cuando fue jefa de Gobierno –la primera de la historia (aunque de manera interina)–, reformó el Código Penal del DF, que amplió las causales de aborto legal por eugenesia y graves daños a la salud de la madre. Además, propuso el mecanismo en el Código de Procedimientos Penales para que las mujeres violadas y embarazadas por esa agresión puedan abortar legalmente.

La fétida corrupción

Hoy la aguerrida y desafiante mujer que se bañó en el poder está viviendo la peor pesadilla que parece ya no podrá detener, su nuevo hogar es la prisión, algunas de sus compañeras serán Juana Barraza, la “mataviejitas” y Esperanza Gutiérrez, la gatillera que asesinó a dos mafiosos israelíes en la plaza Artz Pedregal.

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Muy temprano, el pasado 13 de agosto, todo México se enteró de la orden por parte del juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna para que Rosario Robles fuera llevada a prisión preventiva en Santa Martha Acatitla, con la finalidad de que no se fugue como la mayoría de sus amigos y compañeros de partido también coludidos en delitos de corrupción.

Evidentemente sorprendidos, los abogados de la ahora procesada decían que se habían violado sus derechos. Sorprendidos, también, estuvimos muchos, que anteriormente hemos sido testigos de cómo la “4T” no mostraba dientes contra los corruptos y el olor a impunidad ya apestaba en Palacio Nacional.

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Y es que las anomalías que se presentaron en la SEDATU por las que se acusa a Robles Berlanga son catastróficas y ofensivas; la Auditoría Superior de la Federación detectó irregularidades en el 85% de los recursos que esa Secretaría ejerció en 2016, en 19 contratos con entes y universidades públicas. Sólo ese año, se desviaron 1,747 millones de pesos. Entre 2012 y 2016, el desfalco asciende a 6 mil 879 millones de pesos.

Las triangulaciones del dinero robado han sido detalladas por la parte acusadora, donde Robles aparece como la mayor responsable; sin embargo, es imposible que haya actuado sola, por lo que se viene uno de los juicios más polémicos de la historia moderna del país, en donde habrán de surgir nombres de actores tanto empresarios, como políticos. Esto apunta también a que podría convertirse en un circo mediático, donde exista más paja y acusaciones que acciones coercitivas.

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Por lo pronto, Rosario Robles ya está resguardada y esos dos meses de prisión preventiva se convertirán en algunos años si es que la Fiscalía General de la República logra asestar con los documentos y testigos suficientes para que la vida política y pública de Rosario se desplome en prisión.

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Ya ni te preocupes, Rosario

“No te preocupes, Rosario; hay que aguantar...”, le decía el entonces presidente Enrique Peña Nieto el 17 abril del 2013, cuando era acusada de utilizar los programas sociales con fines electorales en Veracruz. La gente aplaudía y la sonrisa de Robles no podía ocultarse. Como testigo de honor, se encontraba el presidente brasileño Lula Da Silva, quien se ponía de pie ante el discurso de Peña Nieto y tomaba de la mano a Robles. Hoy, el ex mandatario carioca también está preso en una cárcel de Curitiba por una gigantesca trama de corrupción.

¡Cómo da vueltas la vida! Hoy, quien podría pender de un hilo es justamente Peña Nieto y a quien le gustaría escuchar las palabras de Rosario Robles diciéndole: “No te preocupes, Enrique”.

Hace apenas unos meses ambos personajes se reunían en Acapulco, en la boda de la hija del abogado Juan Collado, quien hoy está en prisión. El triángulo de estos amigos tendrá que ser expuesto en juicio, algunos creen que hay un cerco hacia el primer círculo del “peñanietismo” y rodarán más cabezas.

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Lo cierto es que el ocaso de Rosario Robles deja un mensaje a todos aquellos que se fascinan por el poder, que se dejan deslumbrar por los puestos y la oportunidad de hacer negocios al amparo de la impunidad. El resultado de ver a Rosario Robles en prisión también lleva a la reflexión de cómo una joven con tantos sueños de justicia, con raíces de pensamiento izquierdistas radicales, maoísta y sindicalista que profesaba la austeridad como estilo de vida congruente a las ideas socialistas. Que arrancó su vida pública al lado de los más pobres y terminó involucrándose amistosamente; derrochando en las mismas tiendas de moda que Marta Sahagún y Elba Esther Gordillo.

Hoy Rosario Robles es abominada en todas las esferas de la izquierda, desechada por el priísmo, con el repudio general de los ciudadanos. En completa soledad enfrenta una realidad depresiva, un drama que debe ser ejemplo de cómo el amor al poder corrompe hasta la médula, incluso al joven más idealista.

Y su tormento apenas comienza.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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