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La Estampa | El fichaje del "HH" en el Atlético

La historia del futbolista Héctor Herrera es una reivindicación de la voluntad de competir en el plano internacional y recuerda que la tentación aislacionista no es la solución, escribe León Krauze.
lun 08 julio 2019 07:30 AM
León Krause columna de Héctor Herrera
Competencia. La historia del famoso “HH” es una reivindicación de la voluntad de competir en el escenario internacional, con la mayor exigencia.

Hace muchos años, a principios de los ochenta, los futbolistas mexicanos rara vez pensaban en salir del país. La enorme mayoría se conformaba con una carrera en la liga mexicana.

Entonces llegó Hugo Sánchez. La valentía y talento de Hugo comenzaron a cambiar las cosas. Supo reponerse al racismo y el maltrato para ganarse un sitio en el exigente futbol español.

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Con el tiempo, varios futbolistas comenzaron a emigrar siguiendo el ejemplo de Hugo, sobre todo después de la Copa del Mundo de 1986. Para los noventa, la exportación de jugadores mexicanos empezó a crecer. Algunos, como Rafael Márquez, se fueron muy chicos, dejándolo todo para exigirse y superarse, muchas veces en soledad y condiciones adversas.

Para el partido contra Alemania del Mundial pasado, prácticamente todos los jugadores mexicanos ya pertenecían a clubes extranjeros. Uno de ellos fue Héctor Herrera.

La historia de Herrera, quizá el mejor mediocampista mexicano de la última década, es un ejemplo de superación y esfuerzo. Después de salir de Pachuca, Herrera dedicó un lustro a bregar en el Porto de Portugal, un buen equipo en una liga relativamente menor de Europa.

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Herrera peleó día a día y se ganó a la afición a pulso. Aunque su meta era jugar en un sitio mejor, nunca desesperó. Siguió luchando. La semana pasada, finalmente firmó por el Atlético de Madrid, el mismo club al que llegó Hugo Sánchez hace casi cuarenta años.

La imagen de Herrera con la camiseta de su nuevo equipo es emblemática de su admirable lucha personal. Pero es mucho más. La historia del famoso “HH” es una reivindicación de la voluntad de competir en el escenario internacional, con la mayor exigencia.

El discurso aislacionista ha ganado terreno en el mundo. No es casualidad. Hay angustias entendibles que lo propician. Pero eso no lo hace deseable. El crecimiento de Héctor Herrera como jugador y persona no habría podido ocurrir si hace años el entonces joven futbolista de Pachucha hubiera decidido mirar hacia adentro y quedarse en casa.

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Aunque comprensible, la tentación aislacionista no es la solución a los desafíos del mundo moderno. Siempre será mejor apostar por fajarse los pantalones y enfrentar al mundo.

La lección funciona en el mundo del deporte y en el de la política.

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