Liberalismo social
Es la no intromisión del Estado o de los colectivos en la conducta privada de los ciudadanos y en sus relaciones sociales, existiendo plena libertad de expresión y religiosa. El liberalismo respeta la vida privada de las personas, con la libertad religiosa pueden creer o no creer, siempre y cuando sus creencias respeten las de los demás.
El proyecto liberal puede transformar estructuras y prácticas para quitar al país los fueros y las servidumbres. También para liberar a la nación del inmovilismo, del aislamiento del mundo que se moderniza cada vez más.
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El liberalismo siempre ha tenido la demanda de igual consideración a todos sus habitantes frente a la ley; el rechazo de los monopolios, la secularización de la sociedad y la supremacía de poder civil, la propuesta federal detrás de las regiones.
El triunfo de la reforma en el siglo XIX, la reforma liberal, diseñó la estructura de la nación e inició el camino hacia el capitalismo en nuestro país, aunque sigue sin consolidar su proyecto porque México no es un país donde se aplique la Ley y tampoco se han formado ciudadanos debido a la mala calidad educativa que tenemos.
Los nuevos reaccionarios quisieran ver regresar al Estado excesivamente propietario, expansivo, con una burocracia creciente, erigida en actor casi único de la vida nacional, y que a sus limitaciones para promover más justicia, agregaría su creciente ineficiencia.
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El liberalismo, en cambio, promueve un equilibrio entre la libertad y la justicia social, trabajando siempre dentro del régimen de Derecho, conduciendo el cambio en el marco de la ley y manteniendo la estricta vigencia y protección de los derechos humanos.
El liberalismo recupera el valor moral del individuo y lo combina con el valor moral de la comunidad. Existe un amplio compromiso con la libertad, esencia del ser humano en un marco de justicia.
El objetivo final no es que gobierne un solo partido, sino que se restablezca una democracia auténticamente viva y competitiva. Y es que, al fin y al cabo, no es sino la democracia lo que de verdad importa a un liberal.
La modernización de México no está concluida, falta mucho por hacer. El camino de la modernidad en México debe ser el del liberalismo con rostro social, no el populista, ni libertario. Pero para tener un país más próspero y más libre, se necesita sin duda un Estado de Derecho que permita tener una mayor inversión y dar ese salto a tener una economía del conocimiento.
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Nota del editor: Jorge Sánchez Tello es director del Programa de Investigación Aplicada de la Fundación de Estudios Financieros (FUNDEF). Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.