Es todo muy patriarcal y homonormativo –como de dice ahora—, pero tan sórdido y grotesco que uno no puede evitar la tentación de darle un simbolismo mayor.
México se convirtió en un un semillero muy productivo de hombres y mujeres de la élite que acudían a los cursos de Executive Succsess Programs (ESP), la marca de los cursos de autoayuda de NXIVM, en busca de luz y guía en los tiempos del barril de petróleo a 100 dólares. A cambio, según cuenta la portada de la revista QUIÉN escrita por la periodista Danielle Dithurbide, entregaban pagos incrementales y fortunas para que les dijeran que están llamados a ser parte de la historia.
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La tragedia del wannabe
La ciudad de Albany, en el estado de Nueva York, era la Meca de la validación y el “empoderamiento”. Con sus maestrías en el extranjero, sus empresas familiares, sus medios de comunicación, su participación en el poder gubernamental (eventualmente conoceremos qué miembros de gabinete del gobierno mexicano fueron tocados por la magia de NXIVM), nuestra élite más insegura recibía cursos de psicología, sociología y eso llamado management, una combinación astuta de modelos e ideas que en realidad uno puede aprender con cursos gratuitos de Coursera o edx.
Conozco varias personas en buenas posiciones que se bajaron del tren por sus costos prohibitivos. Podemos especular con lo que habrán pagado los de “playera verde” (porque, como en toda secta, en NXIVM había castas, y al parecer la playera verde era algo muy especial: la llevaban los hermanos Emiliano y Cecilia Salinas). Esa lógica interna de estas organizaciones por la que enganchan a las almas tiernas y vulnerables necesitadas de reconocimiento y validación.
Emiliano y Cecilia Salinas aparecen festejando a Keith Reniere
Keith Rainiere, un genio a la hora de jugar con la necesidad de pertenencia de un mundo de cambio acelerado, a la vez promotor del éxito y el capitalismo del logro. En el contexto mexicano de desigualdad y escasa movilidad, de instituciones débiles y meritocracia de papel, los convencía a ellos, los que todo tuvieron desde que nacieron, de que eran el factor de cambio. Eran la élite que cambiaría el mundo.
En realidad, fueron la fachada de su club de esclavitud sexual.