Una historia de movilizaciones
La primera marcha del presidente fue en 1991. El entonces político de 38 años salió de su tierra natal, Tabasco, con destino a la Ciudad de México. Con lluvia o sol, caminó durante 50 días los casi 1,000 kilómetros que separan a esas dos entidades con el propósito de denunciar un fraude electoral.
Esa fue la marcha que sacó del anonimato a López Obrador. Después vendrían más movilizaciones y con ellas su nombre tomaría más fuerza y popularidad.
En 1996 López Obrador organizó la toma de 50 pozos petroleros para exigir mejorías a las condiciones laborales para trabajadores de Pemex. Ese mismo año se convirtió en el líder de Partido de la Revolución Democrática.
Casi una década después y ya con cinco años de estar al frente de la Jefatura del entonces Distrito Federal, encabezó las movilizaciones que lo consagraron como el gran opositor. El 24 abril de 2005 López Obrador encabezó “La Marcha del Silencio”, en la que alrededor de un millón 200,000 personas protestaron del Museo de Antropología al Zócalo de la Ciudad de México contra el desafuero del jefe de gobierno capitalino.
Un año después, vendrían varias marchas más. El motivo era denunciar un presunto fraude en la elección presidencial, en la que el panista Felipe Calderón fue declarado ganador al obtener .58% más que Andrés Manuel López Obrador.
“Marchar es lo que López Obrador sabe hacer. Es un profesional de la movilización, las ha realizado durante décadas, mucho antes de que pensara en ser jefe de Gobierno, él ha vivido de eso, es una fórmula que le ha dado resultados, pero es una forma muy dañina para la democracia”, refiere Pérez Fernández.
A partir de ese momento, López Obrador pasó a ser considerado como el principal líder opositor del gobierno de Felipe Calderón, pero también de Enrique Peña Nieto, administración en la que marchó por reformas impulsadas y aprobadas como la energética y educativa.
Como opositor se entendían sus marchas, dice Arturo Espinosa, pero no como presidente de la República.
“Andrés Manuel López Obrador hoy es el presidente, ya no es un candidato, ya no es un líder opositor. El principal medio que tiene la ciudadanía para expresar su descontento es el voto, pero como eso ocurre cada tres años, la otra vía es salir a las calles a manifestarse y alzar la voz. Mientras que él como presidente tiene muchas vías para hacerlo”, plantea.