En México, según datos de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de la UNAM, la temporada de alto consumo de alimentos se extiende del 16 de diciembre al 2 de febrero, lo que somete a las ciudades a una presión ambiental crítica.
Mientras tanto, en la Ciudad de México, por ejemplo, la generación de basura aumenta en promedio 30% respecto al resto del año, alcanzando hasta 16,000 toneladas diarias.
Pero el problema también tiene un alcance global y es que, según el Informe sobre el Índice de Desperdicio de Alimentos 2024, los alimentos que se tiran generan entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y ocupan cerca del 30% de las tierras agrícolas del planeta.
Mientras grandes cantidades de comida se desperdician, hasta 783 millones de personas padecen hambre cada año, de acuerdo con datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
El consumo de energía eléctrica también se incrementa en una proporción similar debido a las decoraciones y convivencias decembrinas.
Aunado a esta situación de generación de residuos, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), en coordinación con las Secretarías del Medio Ambiente de los gobiernos de la Ciudad de México (SEDEMA) y del Estado de México (SMAyDS), también alertaron que, entre los meses de diciembre a febrero, los contaminantes (en especial partículas PM10 y PM2.5), también suelen incrementar su concentración con respecto al resto del año, debido a las bajas temperaturas y la presencia de un mayor número de inversiones térmicas que favorecen su estancamiento y evitan su dispersión.
A esto se suman las emisiones de partículas que se generan por la quema de pirotecnia, además de las fogatas con leña o llantas realizadas en los festejos, lo que ocasiona el deterioro de la calidad del aire y, con frecuencia, que se decrete contingencia ambiental atmosférica en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), Zona Metropolitana del Valle de Toluca (ZMVT) y otras ciudades de la Megalópolis.
Ante este escenario, las autoridades ambientales exhortaron a la ciudadanía a no quemar pirotecnia ni encender fogatas durante esta Navidad y a utilizar alternativas para celebrar sin contaminar. Mientras que Greenpeace propuso cinco acciones sencillas para celebrar una Navidad más sostenible.
La organización sugiere como primer acción decorar de manera ecológica, eligiendo árboles naturales de productores locales, ya que durante su crecimiento capturan dióxido de carbono y proporcionan ingresos a las comunidades. En contraste, la huella de carbono de un árbol artificial puede llegar a los 40 kilogramos de CO₂, lo que equivale a entre 3.5 y 16 kilogramos de un árbol natural.
La segunda recomendación es evitar las envolturas excesivas y optar mejor por regalos sin empaque o utilizando materiales reutilizables y biodegradables.
Como tercera acción, la organización sugiere eliminar los plásticos de un solo uso, empleando vajillas y utensilios reutilizables y evitando bebidas embotelladas en PET, una de las principales fuentes de contaminación de los océanos.