Explicó que la coordinación con hoteles es clave. “Apagar luces, retirar mobiliario de playa y concientizar a los huéspedes ayuda a que la playa siga siendo un sitio importante para la especie”, dijo.
De acuerdo con Verdín, en Playa Aventuras DIF —la zona con mayor anidación de tortuga caguama en México—, la temporada 2025 registró 1,678 nidos: 474 de tortuga caguama y 1,204 de tortuga blanca/verde. Además, se liberaron 142,947 crías, con un notable 96% de éxito en los avistamientos.
Aunque en esa región el saqueo ha disminuido, Verdín reconoció que en otros puntos del país sigue siendo una fuente de ingresos clandestina. “México sigue teniendo este problema… mucha gente lo utiliza como una fuente de ingreso y sigue siendo un tráfico que afecta”, afirmó.
En Puerto Vallarta, Jalisco, el biólogo Alejandro Sánchez, conocido en redes sociales como “El Profe Tortuga”, confirmó que el saqueo no ha desaparecido, al menos en esa región.
“En Boca Negra y Boca de Tomates nos roban tortugas, las matan, y hay mucha depredación por perros”, explicó. En contraste, señaló que en la zona hotelera el robo de nidos es casi imposible por la vigilancia constante del personal.
Sánchez recordó que el consumo de huevos y carne tiene raíces históricas que sobreviven incluso a la legislación ambiental. “Aunque la ley dice nueve años de cárcel por consumir huevos de tortuga, todavía llegan y me dicen: ‘Biólogo, véndeme dos huevitos… los necesito’”, relató.
Ante ello, insistió, la creencia de que son afrodisíacos "es completamente falsa”. “No tiene nada de afrodisíaco; al contrario, tiene más colesterol que un huevo de gallina”, dijo.
A pesar de ello, coincidió en que 2025 también fue una buena temporada: “Este año contabilizamos alrededor de 2,000 nidos… fue muy buena anidación”.
Una protección que aún no alcanza
En 2025, Semarnat lanzó la campaña “¡Qué huevos!” para frenar y concientizar sobre el consumo y tráfico ilegal de huevos de tortuga, recordando que “son vida silvestre, no alimento”.
Además, desde 2022 se declararon 17 playas como santuarios de tortugas marinas y en 2024 se sumaron Cahuitán y Barra de la Cruz–Playa Grande, dos sitios prioritarios que carecían de protección oficial.
Si bien estas playas ya son reconocidas como santuarios de las tortugas marinas y autoridades han reforzado la vigilancia en estas zonas, los recursos para cuidar estas áreas naturales protegidas son insuficientes.
Apenas unas semanas atrás, ambientalistas dieron una batalla para ampliar el presupuesto destinado a la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat), el cual, pese a una reasignación de 500 millones de pesos, tuvo un recorte al pasar de 70,245 millones de pesos en 2025 a 45,564 millones de pesos para 2026.
Mientras tanto, el prepuesto de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) quedó en 1,502 millones de pesos, lo que representó 500 millones de pesos más reasignados de los que se habían proyectado. Sin embargo, el dinero es insuficiente.
Aún con estas modificaciones presupuestales, las medidas resultan insuficientes. “Solo una de cada 10,000 crías de tortuga carey llega a la edad adulta”, dijo la bióloga Cov Hernández.
Luis Verdín, de Fundación Eco-Bahía, advirtió que los resultados reales de los esfuerzos que se hacen ahora se medirán a largo plazo. “Las tortugas pueden tardar 14 años en regresar a la playa donde nacieron. Lo que liberamos hoy se verá reflejado hasta dentro de más de una década”, explicó.
En tanto, el biólogo Alejandro Sánchez insistió en que la educación ambiental es la única vía sostenible para frenar estas prácticas. “Si no entendemos que todo se respeta y que son nuestros recursos, vamos a seguir perdiendo tortugas”, dijo.
Mientras el saqueo y el tráfico ilegal sigan activos, la supervivencia de estas especies emblemáticas continuará dependiendo de la vigilancia comunitaria, la coordinación institucional y la decisión social de dejar de consumir un recurso cuya extracción, además de ilegal, implica la muerte silenciosa de un ecosistema entero.