Cerca de la Rectoría de la Máxima Casa de Estudios, los jóvenes gritaron con rabia y voces entrecortadas: “Ni uno más, ni un asesinado más” mientras escuchaban los testimonios de integrantes de la comunidad estudiantil y madres de familia. Sus historias dan cuenta de un problema de inseguridad que amenaza los planteles desde hace tiempo.
Adriana Ochoa tomó la palabra en la asamblea de este martes. Ella es la madre de otra alumna del CCH Sur, de 17 años, agredida en abril de este año. La señora denunció que el bullying contra la adolescente escaló hasta un abuso sexual sin que el plantel atendiera sus reiteradas quejas.
Explicó que desde hace tiempo se ha pedido a la UNAM la colocación de botones de pánico y detectores de metales en los planteles, pero esto no se ha cumplido.
“A mí ya me tocó ver a mi hija sufrir una agresión y ahora otra madre llora por su hijo. Es imperativo que exijamos seguridad”, declaró.
El caso del CCH Sur no es aislado. Recordaron que en abril de 2019 la estudiante del CCH Oriente, Aideé Mendoza, de 18 años, falleció en un salón de clases. Las autoridades informaron que fue a causa de una bala pérdida que se disparó fuera de la escuela. Pero los alumnos dudaron de esa versión.
“No podemos permitir que sigan matando estudiantes. No tendría que haber funerales, tendrían que estar llegando a clases”, lamentó una joven.
También mencionaron el caso de César Emiliano, un alumno de 16 años que falleció el 30 de abril tras participar en un slam, en un evento cultural del CCH Naucalpan. De acuerdo con la información oficial, el adolesente murió de un paro fulminante. Su madre tampoco aceptó esa versión y cuestionó que la escuela permitiera la realización de ese baile, debido a que implica empujones y choques, a veces violentos.