Atrapados en México
Miles de los migrantes iniciaron el viaje de regreso a sus países de origen, mientras que otros ven como nuevos destinos Chile, Costa Rica o Colombia.
Pero decenas de miles quedaron atrapados en México. Muchos de ellos porque carecen de los recursos económicos para regresar a casa o no pueden hacerlo por la discriminación, violencia y la falta de oportunidades que perduran en varios países de América Latina, África y Asia, señala el informe.
La falta de recursos humanos y económicos en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) impide una atención eficiente a las solicitudes de asilo.
“En Tapachula, un proceso que normalmente tomaría tres meses está tomando mucho más tiempo. Solo hay 19 personas en el equipo y solo pueden conducir de cuatro a cinco entrevistas por día por persona. Con la población haitiana solo lo hacen los viernes, cuando tienen traductores”, dice Lucía Samayoa, coordinadora de proyecto de MSF en Tapachula.
Ante los recortes del presupuesto público, esta dependencia operaba sobre todo con financiamiento del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que disminuyó el apoyo en 2025 debido a los recortes de la ayuda humanitaria internacional.
“Como resultado, las personas solicitantes de asilo permanecen atrapadas en una situación legal prolongada e incluso indefinida, con un acceso cada vez más limitado a mecanismos de protección y con vulnerabilidades crecientes”, señala el informe.
Quedarse en México
María Fernanda Bustos explica el nuevo fenómeno que observan. Antes, las consultas médicas solían ser de una vez porque los migrantes continuaban su paso por México. Ahora registran pacientes recurrentes porque están varados en el país o decidieron quedarse.
“Antes teníamos casos de una sola vez, es decir, personas que las identificamos en nuestra base afuera del Darién y luego las volvíamos a encontrar en Tapachula. Ahora encontramos que las personas empiezan a tener dos, tres, cuatro citas dentro de la misma base”, detalla.
“En Tapachula ya tenemos personas que van de manera recurrente, nos encontramos con personas que ya se están quedando a vivir ahí directamente”, agrega.
En esta ciudad de Chiapas las personas en movilidad se comenzaron a establecer en casas y departamentos de la periferia, donde las rentas son bajas y el acceso a servicios básicos es limitado o inexistente.
Algo similar ocurre en la Ciudad de México, donde muchos extranjeros salieron de los albergues para vivir en el vecino Estado de México, la zona metropolitana de la capital. Lo mismo sucede en Monterrey, Nuevo León, al norte del país. Esto llevó a MSF a mover sus atenciones a estas zonas. Incluso cambió sus operaciones de Reynosa, Tamaulipas, a Monterrey.
Nuevas rutas migratorias
MSF también identificó nuevas rutas de movilidad entre los migrantes. Actualmente se alejaron de la clásica, que avanzaba por las vías del tren, a caminos lejos del centro de las ciudades, en lugares aislados y en distintos horarios.
“Esto es lo que nos genera muchas preocupaciones, porque pone a las personas en mayor vulnerabilidad y nos está dificultando el poder dar la atención porque ya no son puntos fijos y las zonas son cada vez más peligrosas”, advierte.