Los precios de los medicamentos en México son competitivos. Un estudio del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) mostró que una canasta de cinco fármacos básicos alcanzó un costo de 331 dólares en México, apenas 2% por arriba de los 324 dólares que promedió la región. Sin embargo, el gasto de los mexicanos es mayor por la inversión y horas de trabajo que se requiere para adquirirlos.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es el país con el mayor gasto de bolsillo en salud. Del total invertido en este rubro, 41% se financia con sus propios ingresos y seis de cada 10 pesos los destinan a productos médicos.
A esto se suma que 50.4 millones de personas no tienen acceso a servicios de salud públicos o que, ante las carencias del sistema, prefieren atender sus problemas médicos en consultorios privados o se automedican, explica Gilberto Castañeda, del Departamento de Farmacología del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
“Esto se debe a la falta de cobertura del Estado. Cuando decae el sistema de seguridad social, porque desgraciadamente esto ha sucedido desde hace ya varios sexenios, la gente no quiere ir a la seguridad social porque sabe que muy frecuentemente hay desabasto. Entonces se va a lo privado y ahí es donde empezamos a ver que el mercado empieza a tener movimientos importantes, cada vez más crece el sector privado”, dice.
De acuerdo con el Coneval, México duplicó la población que enfrentó carencia de servicios de salud, al pasar de 20.1 millones de personas sin acceso en 2018 a 50.4 millones en 2022. En porcentaje la población con carencia de acceso a servicios médicos aumentó de 16.2% en 2018 a 39.1% 2022.
En comparación con otros países, México también es de los países con menor cobertura, de acuerdo con datos de la OCDE.
Precios de medicamentos frente a la precariedad salarial
Los medicamentos que analizó la Celag son los de mayor consumo y para las enfermedades con mayor prevalencia en la región. En pocos casos los insumos para la salud se comercializan por arriba de la media regional.
Por ejemplo, el antibiótico Amoxicilina cuesta 3.07 dólares en México mientras el costo promedio en Latinoamérica es de 2.66 dólares. La Levotiroxina, que trata el hipotiroidismo, cuesta 16 dólares frente a una media de 11. En contraste, el paracetamol, el Losartán (recetado para hipertensión arterial) y la insulina son más baratos en el país.
Por separado, el Instituto Farmacéutico (Inefam), un centro de análisis especializado en la industria de medicamentos, también ha realizado sus propios comparativos. “En precios, México está a la mitad de tabla, ni es el más caro ni es el más barato”, expone Enrique Martínez, director general del organismo.
Es decir que aunque los medicamentos en México no son tan caros, los sueldos precarios los encarecen. De acuerdo con el estudio de la CELAG, los mexicanos necesitan trabajar cuatro horas más que el promedio latinoamericano de ocho horas para poder comprar los insumos médicos.
“Si el medicamento le sale en 20 dólares, pero tiene un sueldo de 50 dólares, pues realmente va a ser un costo muy importante. Eso es lo que sucede en México, la relación salario-medicamento es muy mala, es de las peores del mundo. El precio del medicamento no es tan excesivo, pero comparativamente con lo que gana el mexicano promedio, sí es muy elevado”, ilustra.
Es más complicado cuando se trata de medicamentos nuevos, innovadores, de patente, y para enfermedades de alto costo, como el cáncer, que suelen venderse a precios más elevados, fijados por la empresa dueña del producto con la finalidad de recuperar la inversión en investigación y desarrollo.
“Hay algunos medicamentos que el precio máximo al público es de 5,000 pesos. ¿Qué mexicano puede pagar 5,000 pesos por un medicamento? Generalmente, el que puede hacer esto se cura en Houston. Sí está muy alejado del mercado nacional y muy pocas personas pueden pagar esto”, indica Castañeda.
Para estos fármacos de patente, se realizan negociaciones entre el gobierno, las farmacéuticas, el sector salud y los seguros privados, sostiene, a fin de encontrar un punto medio: que el paciente pueda tener el medicamento y la compañía recupere su inversión.
“Algunos medicamentos que son de especialidad, para enfermedades complicadas en su atención, se tienen que atender por las instituciones públicas de salud debido al alto costo como para que una familia lo pueda desembolsar”, agrega Enrique Martínez.