Odriozola llevó la defensa de ejidatarios de la isla Holbox, Quintana Roo; también representó a una estudiante de Derecho con parálisis cerebral infantil que enfrentaba discriminación laboral, y libró una batalla legal para que le retiraran la condecoración de Águila Azteca a Jared Kushner, asesor y yerno de Donald Trump.
“Yo tengo esa dualidad: soy académico, he dado clases de Derecho en universidades y he litigado en todos los niveles llegando hasta la Suprema Corte", destaca Odriozola.
"Los he forzado a darnos la razón y digo forzado porque he llegado con los mismos asuntos de discriminación una, dos, tres veces (...) y, a punta de estarlo intentando, hemos logrado jurisprudencia en beneficio de las personas”.
¿Quién es Carlos Odriozola?
Soy abogado de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde aprendí mucho contenido social y me fue inculcado pelear por el respeto a la justicia social a las personas.
Después, en 2007, fundé una ONG que se llama Centro Contra la Discriminación, justamente atendiendo a esa necesidad de que realmente lleváramos la justicia a las personas, porque nos dimos cuenta de que en México solamente a la gente con recursos se les abren las puertas a la justicia.
Entonces, a través de esa ONG comenzamos a hacer litigio estratégico desde hace ya 20 años, con el ánimo de sentar precedentes a nivel Suprema Corte que permearan en la sociedad.
¿Por qué quiere ser ministro de la Suprema Corte?
Quiero ser ministro porque lo que decide la Suprema Corte permea en todo el sistema jurídico. Todo lo que la Suprema Corte señala tendrá que ser obligatorio, dependiendo de las reglas de la jurisprudencia en ese momento aplicables, para tribunales colegiados de circuito y para jueces de distrito.
Es bien importante llegar a la Corte porque todo lo que se decida ahí permea en todo el sistema jurídico.
¿Cuáles son sus debilidades y fortalezas frente a los demás contendientes?
Llevo 30 años litigando, te diría a veces en contra, incluso, de la Suprema Corte, lo cual es una gran ventaja, porque no es lo mismo estar del lado del juzgador, en la comodidad de su asiento, que estar en el tribunal desde el origen, desde donde empieza el asunto hasta donde termina y acompañando al cliente, la persona vulnerable, en su reclamo de justicia.
Eso nos permite conocer a la gente que se dedica -como yo- al litigio y somos pocos en el caso de los candidatos; eso nos permite conocer todo el sistema legal desde el principio, desde lo más humilde, digamos, de la jerarquía judicial hasta lo más encumbrado que es la Corte, que hemos llegado muchas veces y con buenos resultados que no ha sido fácil.
¿Cómo ganar un lugar en la Suprema Corte? Y más cuando las candidatas mujeres son las que están más expuestas, las que se conocen más.
Las mujeres y los hombres no estamos compitiendo entre nosotros. Obviamente, existirá cierta incidencia en las campañas, posiblemente involuntaria, pero bueno, los hombres competimos contra los hombres. Somos 31 hombres que competimos por cuatro sitios.
La gran mayoría, 80% o 85% son funcionarios judiciales que ya pasaron por ese sistema de justicia. Otro porcentaje importante son principalmente investigadores, lo cual es muy loable, pero jamás se han parado en un tribunal; entonces, no conocen realmente los intríngules de la justicia.
Yo tengo esa dualidad: soy académico, he dado clases en el posgrado de la UNAM, he dado clases de Derecho en universidades, he dado clases en materia de derechos humanos, lo cual me parece importante, porque los hemos desarrollado desde el punto de vista académico y hemos litigado a todos los niveles llegando hasta la Suprema Corte.
¿Qué le podría aportar a la Corte?
Nosotros a la Corte le vamos a aportar una visión muy amplia y muy pro-persona de lo que son los derechos humanos, y eso es bien importante, porque no solamente basta reconocerlo. Estamos hablando, en el caso de derechos humanos, tratados internacionales de los 70; estamos hablando de hace más de 50 años y son tratados internacionales que decían y dicen lo mismo, por qué hasta ahorita nos estamos preocupando por decir: ‘a ver, ahorita sí te voy a garantizar tus derechos'.
Ahorita lo que hace falta es aplicarlos y aplicarlos de forma efectiva y en mi caso, como litigante, sé cuál es el camino para hacerlo.
Lleva más de 30 años como abogado, pero no tiene carrera judicial ¿Cree que eso lo pone en desventaja?
Es una gran ventaja porque llevo 31 años de abogado, 20 años litigándole a la Suprema Corte y, si bien no me paga y no soy empleado del Poder Judicial, estoy del otro lado de la barandilla. Tengo la experiencia en la lucha judicial, porque para estar en los tribunales se requiere de dos ópticas: la que estás del lado de la justicia y la que estás del lado del justiciable, de la persona que pide la justicia.
Yo he estado del lado de la persona que pide la justicia y eso te hace conocer también el sistema judicial; es decir, el sistema administrativo de cómo se pide el lápiz y cómo se pide la hoja, yo creo que aquí no nos debe de importar a nadie.
Puso una queja ante el INE en contra de algunos candidatos, entre ellos Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz ¿Cree que existe piso parejo para todos los contendientes?
Sin duda alguna no existe piso parejo. Es pública esa información, en el sentido de que existen apoyos, que de alguna manera no se están dando a todos los candidatos. Dicen los lineamientos (del INE) que, de entrada, si existen actos de campaña que estuvieran auspiciados por algún tipo de asociación, debiera ser en base a equidad.
Esto quiere decir que tendrán que invitarnos a todos los candidatos y candidatas de cuando menos de la misma categoría de cargo a la que se aspira y en este caso no ha sido así. Yo no recibí ninguna invitación de las organizaciones que invitaron a estas candidatas.