Ortiz Monroy no la tiene fácil. Hay 33 mujeres que buscan un lugar en la Corte -de las 64 personas candidatas totales a ese puesto judicial-, además de que el máximo tribunal siempre ha estado integrado por personas mayores de 51 años.
Entre las rivales de la joven candidata figuran Lenia Batres, actual ministra y cercana a Morena; Paula García Villegas, hija de la diputada y ministra en retiro Olga Sánchez Cordero; y María Estela Ríos, extitular de la Consejería Jurídica del gobierno de AMLO.
"No es necesario tener una carrera judicial para llegar a ser ministra o ministro de la Suprema Corte. La carrera judicial en sí misma no es suficiente para acceder a este tipo de cargos", sostiene Ortiz Monroy.
"Lo que es necesario es tener posturas políticamente hablando definidas, tener convicciones, si no lo conviertes en un negocio, que es lo que había venido pasando", agrega.
El primer minuto del domingo 30 de marzo, Ortiz Monroy y los demás candidatos judiciales -que suman más de 4,200 en todo el país- entraron a la fase de campañas electorales para buscar el apoyo ciudadano.
¿Qué te impulsó buscar la candidatura?
Fueron dos puntos. Soy abogada y soy especialista en temas de género. Actualmente me dedico a ayudar a mujeres en situación de cárcel, mujeres que hayan tenido un factor de género, de clase, que las hayan 'racializado', que hayan sido injustamente encarceladas.
La justicia es solamente accesible para quienes la pueden pagar y para quienes se ven como el sistema quiere que se vean, como una mujer blanca, con ingresos económicos altos, con un capital social alto. Eso influye mucho en el acceso a la justicia. Esa situación verla, ir a San Martha Acatitla y ver cómo funciona, influyó bastante (en mi decisión).
Hace aproximadamente siete meses, me salgo (de mi casa) por motivos personales y corté contacto con mi familia, (…) ahí por primera vez entendí lo que no es tener para comer ni dónde vivir ni cómo moverte.
Fue una experiencia que me dijo: ‘las personas no pueden seguir hablando desde la academia, la teoría, la comodidad que a diario tiene donde llegar a dormir, tiene un ingreso fijo’, y tener que decir cómo tiene que ser la realidad de las personas que no lo tienen, porque nunca lo van a vivir y nunca lo han vivido.
Reforma Judicial
Cynthia Ortiz Monroy es directora de Inteligencia Estratégica y Soluciones de Alto Nivel en el despacho Sánchez-Labrador & López Martínez (SLLM); antes fundó Kynthos Consultora, agencia dedicada a la consultoría jurídica, política y de género.
SLLM es una firma de abogados especializada en Derecho Corporativo, Administrativo, Regulatorio y Energético, además de propiedad intelectual y consultoría en política y riesgo país.
"Nuestro servicio incluye un abogado líder para negociaciones legales expertas y asesoramiento estratégico, complementado por un gestor de proyectos que garantiza una coordinación eficiente con terceros", se lee en la página del despacho.
También se ha desarrollado en el ámbito público. Fue responsable de la región Asia-Pacífico en la dirección de tratados con países del sur global de la Consultoría Jurídica de la Cancillería, y asesora jurídica en la Agencia Nacional de Aduanas de México.
Además, ha dado consultoría jurídica, política y de género al gobierno de Guerrero y al ISSSTE, y ha sido reconocida por su trayectoria con premios como “Mujeres en el Territorio” (SEDATU y ONU Mujeres) y “Tópicos de Derechos Humanos” (CNDH y UNAM), ambos con investigaciones centradas en género y cuidados y propuestas de políticas públicas a nivel nacional e internacional.
¿Cuál es tu opinión sobre la reforma al Poder Judicial?
Definitivamente sí había una necesidad que se reformara el Poder Juncial como parte de un sistema. Creo que el Poder Judicial ya no estaba respondiendo a las necesidades del día a día, de acceso a la justicia y, sobre todo, en el Poder Judicial era muy necesario cambiar quién accedía y cómo accedía.
Lo que pasaba es que, si tenías el contacto, si tenías el dinero, si venías de universidad privada, si conocías a alguien del Poder Judicial, entonces podías acceder a la justicia y, si no, es pelea del más fuerte. Es algo que tiene que cambiar y no solo por el acceso a la justicia, sino por un tema de democracia.
A mí me parece bueno porque me dio la oportunidad de acceder a un puesto que a lo mejor nunca habría podido acceder una mujer joven.
¿Qué opinas sobre las críticas que hubo a la reforma al Poder Judicial?
Es una crítica sin fundamentos y contradictoria, sobre todo cuando se hace al cargo de personas ministras, porque para poder llegar a ser ministro nunca se ha necesitado la carrera judicial.
Es 100% una decisión política, es la terna que hace el presidente o la presidenta y luego se votaba en el Senado ¿Dónde hay carrera judicial? Es contradictoria en ese sentido, porque nunca ha estado como requisito en la Constitución. Eso demuestra que no es necesario tener una carrera judicial para llegar a ser ministra o ministro de la Suprema Corte.
¿Cómo ves el cambio para elegir a los juzgadores? Ahora se elegirán por voto directo y antes se llegaba por carrera judicial.
Lo veo bueno y como todo en la vida hay muchos matices. Nada puede ser ni blanco ni negro. En la parte que lo veo bueno, todos estos problemas que hay de acceso a la justicia son estructurales, que no solamente son responsabilidad de una persona o de una autoridad, sino de muchas instituciones como sistema.
Lo que pasaba que al ser algo tan guardado, bajo esta supuesta independencia del Poder Judicial, sí era una justicia de billetes, de favores, de privilegios o de contactos, era un 'club de toby', y yo lo veo bueno porque las personas ni siquiera conocen más allá del Derecho, qué hace un juez, un magistrado. Eso es culpa del gremio en sí mismo, como alianza criminal, para hacer inaccesible el Derecho a las personas que no pueden pagarlo.
Era una posición muy cómoda para las personas que se iban a elegir y muy de élite. El gran porcentaje del Poder Judicial se podía acceder si eras contacto de alguien, si eras familiar.
¿La reforma da acceso a las personas a tener un cargo en el Poder Judicial?
Claro, el ejemplo soy yo. Yo tengo 27 años, nunca he estado en un partido político, egresé hace casi tres años. No tengo familia en el Poder Judicial, soy la única abogada en mi familia. A mí nadie me ayudó, yo apliqué cumpliendo con todos los requisitos.
Claro que es un cambio y es un punto de quiebre en la historia de México que esto se esté haciendo y que personas como yo, que no son millonarias ni con este capital intelectual porque 'toda mi familia es académica o abogada', sino cualquier persona que vive al día.
'Hay desventaja'
Ortiz Monroy egresó de la universidad hace tres años y ha trabajado como investigadora en derechos humanos y género dentro del Semillero de Litigio para la Protección de Derechos Humanos -un espacio académico para perfeccionar la formación jurídica de los futuros litigantes ante tribunales internacionales- y participó en el Parlamento de Mujeres del Congreso de la Ciudad de México.
¿Te sientes en desventaja frente a otras candidatas, ya que varias son de Morena?
Claro que hay desventaja. De entrada soy la única persona joven. Tengo 27 años y todas las demás personas que están en el proceso mínimo me llevan 20 años; hay una desventaja de entrada por el hecho de ser mujer y, dos, por ser joven.
También por un factor, no es la edad, pero viene en cascada, que lo primero que me van a decir es: 'estás muy joven, cómo crees que vas a acceder a ese tipo de puestos, necesitas la experiencia política, de carrera judicial', pero volteo a ver la experiencia de las otras candidatas y (hay) cosas feas en su trayectoria.