El miedo de ir a la escuela
En varias escuelas han colocado mantas con anuncios de que siguen las clases en línea o han exigido a los directivos que las instauren.
“Salir y estar con la incertidumbre de que tal vez les toque alguna situación de violencia, en los maestros genera angustia, genera agobio”, explica Rebeca Murguía, supervisora escolar de la Zona 016 de Educación Especial.
El gobernador morenista de Sinaloa, Rubén Rocha, anunció un operativo de seguridad en escuelas con el despliegue de 300 patrullas, una en cada plantel. La Secretaría de Educación estatal también implementa el Plan Emergente para la Continuidad Educativa, que busca evitar la interrupción de clases.
Pero buena parte de la comunidad escolar de Sinaloa considera que el gobierno estatal ha minimizado la gravedad de la situación y que las acciones propuestas no son suficientes porque la inseguridad no está presente únicamente alrededor de los planteles, sino que paraliza el transporte público, los comercios, la cotidianidad.
"La sociedad sinaloense está cansada de vivir con miedo", sentencia el investigador Ángel Leyva.
El impacto al aprendizaje
La situación de violencia pone en un dilema a los docentes: saben que las clases presenciales son necesarias, sobre todo después de la pandemia de covid-19, cuando se instauró un confinamiento nacional y, por las clases a distancia, empeoró el aprendizaje de muchos estudiantes. Pero también temen por la seguridad de los alumnos y la propia.
Cuando sí hay clases presenciales se cancelan otras actividades, por ejemplo, las posadas navideñas. La profesora Murguía subraya que el rezago educativo es una constante. Al principio del ciclo escolar se aplicó un diagnóstico de los aprendizajes y en noviembre se entregaron los resultados de una primera evaluación: “Pero no se logró lo esperado con los alumnos, hay rezago en actividades, rezago educativo”, lamenta.
Aunque la apuesta principal es que el estudiantado no pierda el ciclo escolar, la supervisora también prioriza el respaldo al cuerpo docente.
Cada mañana es una incógnita. Si no se registra un hecho de violencia, las clases se desarrollan de manera presencial. Si de camino a la escuela ven o se enteran de la presencia de grupos armados, ese día las clases serán en línea o los alumnos seguirán en sus casas con cuadernillos de trabajo. Esta dinámica obliga a estar conectados al teléfono 24/7.
“Los maestros tenemos que protegernos, pero también tenemos que proteger a los niños o a los padres de familia”, comparte la maestra vía telefónica.
Ángel Leyva, director de investigación en Mexicanos Primero Sinaloa, recuerda que algunos estudios sobre las clases a distancia en la pandemia ya han aportado evidencia de que no asistir a la escuela impacta en el aprendizaje y desarrollo de las niñas y niños. Los datos muestran que fue menor su habilidad de comprensión lectora y resolución de problemas matemáticos con las sesiones virtuales.
“Si a esto le sumamos que en Sinaloa cada año se pierden clases debido a las altas temperaturas, las condiciones de infraestructura de algunos planteles y ahora la crisis de violencia, pues se profundiza más la problemática”, advierte.
Las clases en línea son una medida de protección, pero generan desigualdad: sólo quienes tienen las herramientas tecnológicas necesarias pueden estudiar en esta modalidad a distancia.