En territorio estadunidense Cienfuegos Zepeda estuvo en tres centros de detención. En Los Ángeles, en El Cimarrón, en Oklahoma –como parada intermedia– y en Nueva York.
Tras ser retenido en el aeropuerto y tras entrevistarse con los agentes de la DEA se despidió de su familia y ahí comenzó todo.
“Entro a esa oficina y ahí empieza lo que yo diría es el calvario, para empezar me esposan, nunca había yo estado en ningún problema. Me esposan como un criminal”, señala.
En el primer sitio, relata, ingresó tras una revisión “indignante” de todo su cuerpo y estuvo incomunicado 24 horas. Supo después que esa estancia ahí de 14 días fue parte del protocolo por el covid, pero igual fue una prisión.
Ahí, con permiso para bañarse cada cuatro días, vivió en un ambiente hostil, pues fue llevado al área de reos con enfermedades siquiátricas: “En las noches (otros reos) gritaban, golpeaban puertas. En el día se peleaban entre ellos”.
“Nunca me dieron ropa para cubrirme del frío, que ya empezaba. Uno puede adquirir ciertos artículos en la tienda de la prisión, las pide un martes, aquí se le entregan el martes siguiente, todos los martes o dos que estuve pedí que me dieran unos pants, que yo los iba a pagar. Mi familia depositó un recurso para que yo pudiera pedir lo que necesitara y nunca me los dieron.
“Solamente me dieron un mini jabón, un cepillo de dientes pequeñito, una pasta dental de gel, una toalla y nada más, no había espejo, no había papel del baño, ocasionalmente había agua”, añadió.
“Hubo un preso, un méxicoamericano, siempre le voy a agradecer, él me llevaba la comida, en la comida me pasaba un lápiz, papel, un cuaderno, una cuchara, que yo no tenía”, recordó el general en la entrevista.
Ahí escribió notas útiles para su defensa. Pero recordó que todo se lo quitaron para el trasladarlo.
Fue –relató Cienfuegos– llevado a El Cimarrón, en Oklahoma, esposado de pies y manos, con un inmovilizador adicional que le lastimó las manos.
“A mí me conducen junto con un chino a una celda que está asquerosa” y luego fueron movidos a otra en la que, recuerda, recién habían estado reos con Covid.
En otras celdas, también aislados, Cienfuegos estuvo cerca de reos peligrosos, Maras Salvatrucha y otros.
De su contacto en el exterior, Cienfuegos agradeció el apoyo de la Cónsul de México en Los Ángeles, la embajadora Marcela Celorio, y también la intervención del presidente Andrés Manuel López Obrador, lo que le permitió salir libre y regresar a México, pero insiste.
No hay en Estados Unidos –reitera– ni reconocimiento de su error ni disculpas públicas.Pero admitió que firmó, antes de salir de territorio estadunidense, no emprender reclamación o acción legal alguna.
Cienfuegos fue detenido en octubre de 2020 por autoridades de Estados Unidos por presuntos nexos con el crimen organizado. Unas semanas después, se le envió a México, donde fue exonerado.
La entrevista publicada la noche de este sábado, unos días después de que el general volviera a la polémica por ser condecorado.