El organismo sanitario internacional revisa la información que le proporcionan los fabricantes, el producto y las plantas de procesamiento. El proceso es extenso y, a partir de él, la OMS emite una recomendación de uso. Sin embargo, cada país debe aprobar la utilización de los insumos sanitarios, independientemente de la recomendación de la OMS.
“Si tú tienes una recomendación de uso, pero tu autoridad nacional regulatoria no ha aprobado la vacuna en tu país, pues no la puedes usar”, agrega el doctor de la Facultad de Medicina.
Cuando un producto, en este caso las vacunas, no ha concluido su proceso de revisión ante la OMS, esto no significa necesariamente que no sea un insumo de calidad. A veces depende de procesos tardados porque se revisan varios productos.
“Hemos visto que hay un componente ideológico muy importante, porque se dicen muchas cosas sobre la calidad y eficacia de las vacunas y muchas veces no se tienen ni los argumentos ni la información completa”, subraya.
Pero la semejanza que permanece entre las últimas pandemias es que la medicina tiene, todavía, muchas incertidumbres, reflexiona la doctora e historiadora de la medicina Ana María Carrillo.
La experiencia de Cuba en producción de vacunas
Cuba lleva más de 30 años produciendo vacunas seguras, de calidad y efectivas. La Isla es proveedora de vacunas para Unicef, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y exporta a varios países.
Dos de las vacunas cubanas, una para influenza y otra contra la hepatitis, son recomendadas por la OMS.
“Ellos han tenido una visión de ser autosuficientes en la producción de vacunas y de biotecnológicos, cosa que México no ha logrado. En más de 30 años, México pasó de ser un productor de vacunas y se dedicó a ser un importador de vacunas extranjeras”, apunta Rodríguez.