Aunque no señala a López Obrador como el operador directo de las estrategias financieras sí señala que éstas empezaron en dos coyunturas.
Una, en cuanto ganó el gobierno de la ciudad, pues eso dejó a toda la estructura de la administración capitalina –de trabajadores de confianza y sus salarios– bajo control de sus cercanos, quienes entonces comenzaron a “mochar” los salarios de ese personal de confianza para pagar actividades políticas del tabasqueño.
A Octavio Romero Oropeza le atribuye ser el autor de estos moches, pues como responsable de los recursos materiales y humanos de la administración capitalina, desde su oficina “salió la primera orden de apoyar obligatoriamente con un porcentaje del salario” de los trabajadores de confianza, apenas López Obrador asumió el gobierno de la ciudad, o sea en 2000, práctica que siguió hasta que salió del cargo.
La segunda, cuando vía la asociación civil Honestidad Valiente, creada en 2006 –en el contexto de la formación del “gobierno legítimo” tras las elecciones presidenciales de ese año– se recibieron cuantiosos donativos para financiar su activismo.
A Gabriel García Hernández lo considera como el creador de la ingeniería financiera que permitió, primero con recursos recibidos del secretario particular de López Obrador, Alejandro Esquer y luego con aportaciones privadas a la asociación civil, fondear todas las giras por el país y actividades que a la postre permitieron a López Obrador seguir políticamente vigente sin cargo alguno, y eventualmente ganar la Presidencia, es decir un periodo de al menos 12 años.
En “El Rey del Cash” Chávez, expareja sentimental de César Yáñez, uno de los más cercanos colaboradores del mandatario, revela cómo en los años en los que duró esa relación estuvo en contacto con el circulo obradorista y atestiguó sus estrategias.
Reconoce que no hay documentos de prueba, pues esas transacciones se hacían en efectivo para no dejar huella, lo que explica el título del libro.
En el capítulo “La institucionalización del moche” Chávez refiere cómo, al igual que otros empleados, vivió años de abusos, al serle requerida la aportación “voluntaria” de una parte de su salario a cambio de conservar el empleo, situación que vivieron los cientos de trabajadores de confianza que llegaron a la administración de la ciudad cuando López Obrador ganó el gobierno.
“Y así pasaron los cinco años de la administración de López Obrador, quien ante el pueblo presumía su honestidad, para el interior abusaba de los asalariados de confianza” a quienes los jefes directos pedían el donativo en efectivo –no vía descuento de nómina, para no dejar huella– pero llevaban un listado de cumplimiento, razón por la cual los trabajadores temían perder el empleo en caso de no aportar al movimiento.
En el libro relata: “un día de esos, en los que estaba molesta por tanto descuento, le pregunté a César quién era el genio que no sabía institucionalizado el moche. Me dijo riéndose que el gran Octavio Romero Oropeza, el ingeniero agrónomo que trabajó poco o nada en el campo, pero que en la selva de asfalto se convirtió en administrador de los cientos de miles de pesos recaudados entre los trabajadores.
“Resignados a nuestra suerte, cooperábamos ante el temor de perder el trabajo, tal como sucede ahora con los empleados de confianza en el gobierno federal, a quienes les redujeron el salario, porque ganar mucho es pecado mortal que se paga con el fuego del infierno“, escribió en el texto.
Según su relato “fueron muchos los pretextos para arrebatarnos al personal de confianza un porcentaje de nuestro sueldo, entre ellos el desafuero y el plantón de Reforma” pero expone que no fueron una ni cinco veces, sino una práctica recurrente durante los cinco años que López Obrador fue jefe de gobierno, hasta que salió debido al desafuero promovido por el expresidente Vicente Fox.
Incluso, en esa persecución al hoy presidente, que admite, fue injusta, los trabajadores fueron los que la pagaron, pues se les requirió una aportación.
“Para defenderse de una acción injusta y antidemocrática se nos castigó a los empleados de confianza con un moche quincenal que concluyó, aunque no en su totalidad, cuando López Obrador salió airoso, casi flotando entre las nubes de la Cámara de Diputados donde dio un discurso que lo catapultó de manera definitiva la candidatura del PRD” a la presidencia, rememora.
En una parte de su historia recuerda incluso, que aún con salario mochado por amor ella fue el sostén del hogar que tuvo con Yáñez, pues aunque éste no sufrió descuentos para la causa de López Obrador, por orden judicial dedicaba hasta el 70% para la pensión alimenticia de sus hijos de un matrimonio previo.