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Morena ante un nuevo dilema: convertirse en partido de Estado

Hoy los gobernadores de Morena tienen un papel clave en el partido, lo que ha ocasionado críticas de morenistas que advierten que el se están convirtiendo en lo que combatieron.
vie 07 octubre 2022 06:00 AM
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Tras el Congreso Nacional, Morena enfrenta cuestionamientos por encaminarse a ser un partido de Estado.

El Tercer Congreso Nacional de Morena, en el que el partido renovó sus estatutos, alargó la duración de su presidencia y secretaría, y eligió a nuevos consejeros, ha propiciado un nuevo episodio de desencuentros entre morenistas.

De acuerdo con sus estatutos, Morena se mantiene como un partido-movimiento, sin embargo, algunas voces advierten que la fuerza política fundada por el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador está convirtiéndose en lo que tanto criticó y combatió: en un partido de Estado.

¿La razón? En su reunión realizada en septiembre pasado gobernadores y funcionarios públicos obtuvieron un cargo partidista.

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Políticos como John Ackerman y Enrique Dussel alertaron que el 68% de los 3,000 consejeros electos de Morena son funcionarios públicos o representantes de elección popular a nivel federal, lo cual es contrario a sus principios.

Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Adán Augusto López, secretario de Gobernación; Jesús Ramírez, vocero de la Presidencia de la República; Layda Sansores, gobernadora de Campeche; Ricardo Sheffield, procurador Federal del Consumidor; Pedro Zenteno, director del ISSSTE, son solo algunos de los funcionarios que obtuvieron un cargo partidista.

Pero esa función de “dobletear” ya fue avalada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien les “dio permiso” de tener además de su cargo en la función pública, una tarea en el partido.

“Si no se utiliza el dinero público, todos los servidores públicos pueden pertenecer a un partido, si no utilizan bienes públicos, porque el presupuesto no es de un partido, el presupuesto es de todo el pueblo”, dijo el presidente el pasado 28 de septiembre.

Además de su cargo obtenido a través de las urnas, los 21 gobernadores de Morena se perfilan a ser un factor de poder y decisión en el proceso electoral rumbo a 2024.

“La jefa de Gobierno, y otros altos funcionarios públicos federales y locales, repitiendo uno de los peores vicios del viejo sistema del PRI-gobierno contra lo cual luchamos durante tantas décadas y que imaginamos haber derrotado en las históricas elecciones de 2018”, criticó John Ackerman en sus redes sociales.

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De acuerdo con politólogos consultados por Expansión Política, los gobernadores tendrán un papel fundamental en el partido político y en la elección presidencial de 2024, donde cada uno ya está tomando partido por algunas de las tres corcholatas mejor posicionadas: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard o Adán Augusto López.

“El papel de los gobernadores en Morena hoy es muy importante como lo fue en el PRI, el peso de cada uno dependerá de la estructura que logren concretar y de con quién se estén aliando de las tres corcholatas que se mencionan para 2024”, plantea Javier Rosiles, analista político y profesor-investigador de la Universidad de La Ciénega del Estado de Michoacán de Ocampo.

Más que encargarse de la administración pública en el estado en el que fueron electos, los gobernadores tendrán un papel activo en el partido a nivel estatal, por lo que pueden ayudar a construir las estructuras partidistas que impulsen la candidatura de una u otra corcholata.

A menos de dos años de las elecciones presidenciales, hay algunos mandatarios que comienzan a decantarse por uno u otro aspirante, dice Rosiles. Algunos que “ya tomaron partido” son Layda Sansores (Campeche), Alfonso Durazo (Sonora) y Evelyn Salgado (Guerrero).

En los tiempos del PRI, los gobernadores solían tener un papel fundamental para un proceso electoral. A ellos les correspondía “aceitar” la maquinaria partidista para movilizar el “voto duro” para ganar una elección, recuerdan los politólogos.

“Los gobernadores de Morena han adquirido más poder y en este congreso se consolidaron, aunque hay que aclarar que finalmente son dependientes y subordinados al jefe máximo, Andrés Manuel López Obrador”, comenta Telésforo Nava, catedrático de la Universidad Autónoma de México (UAM) campus Iztapalapa.

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Aunque aún falta alrededor de un año para que se conozca “al elegido”, los politólogos advierten que en Morena ya hay una lucha interna en el que el primer paso fue hacerse del “control del partido”, por lo que aquellos mandatarios que lograron colocar a más afines en el Consejo Nacional, tienen ventaja.

“Lo que se vio en el Congreso es que los jefes máximos son los gobernadores, los gobernadores quitaron, pusieron, los que controlan casi, casi todo”, agrega Nava.

Actúa como un partido de Estado

Los expertos consideran que si bien Morena no se ha convertido en un partido de Estado, actúa como uno.

“Morena sí quiere comportarse como un partido de Estado y eso representa un riesgo. ¿Por qué? Porque busca imponerse. Un ejemplo es la militarización”, explica Rosiles.

Por años, el PRI fue un partido de Estado, es decir un partido dominante. Sin embargo poco a poco la oposición comenzó a ganar espacios, primero a nivel estatal, en 1997 le quitó la mayoría al Revolucionario Institucional en la Cámara de Diputados y en el 2000 la Presidencia de la República.

Hoy Morena es la primera fuerza política a nivel nacional: además de mantener la Presidencia de la República, es gobierno en 21 estados y tiene mayoría simples en la Cámara de Diputados. Pese a esa hegemonía, en el país existen otras condiciones que no permiten que Morena sea un partido de Estado.

“Cuando el Estado controla todo y tiene a su instrumento político, que era el PRI, eso es lo que tiene proyectado Andrés Manuel López Obrador, solo que 2023 o 2024, no es lo mismo a 1960, 1970”, refiere Telesforo Nava.

Lo que sí ha contribuido a que Morena opte por actitudes de un partido de Estado es la oposición.

“La oposición está pasando por uno de sus peores momentos, tiene un papel tan pobre que es responsable de que Morena se sienta como partido de Estado, no son proactivos, sino reaccionarios. La oposición no ha logrado articular un discurso convincente de quienes están en contra de la 4T”, agrega Rosiles.

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