Aunque aún falta alrededor de un año para que se conozca “al elegido”, los politólogos advierten que en Morena ya hay una lucha interna en el que el primer paso fue hacerse del “control del partido”, por lo que aquellos mandatarios que lograron colocar a más afines en el Consejo Nacional, tienen ventaja.
“Lo que se vio en el Congreso es que los jefes máximos son los gobernadores, los gobernadores quitaron, pusieron, los que controlan casi, casi todo”, agrega Nava.
Actúa como un partido de Estado
Los expertos consideran que si bien Morena no se ha convertido en un partido de Estado, actúa como uno.
“Morena sí quiere comportarse como un partido de Estado y eso representa un riesgo. ¿Por qué? Porque busca imponerse. Un ejemplo es la militarización”, explica Rosiles.
Por años, el PRI fue un partido de Estado, es decir un partido dominante. Sin embargo poco a poco la oposición comenzó a ganar espacios, primero a nivel estatal, en 1997 le quitó la mayoría al Revolucionario Institucional en la Cámara de Diputados y en el 2000 la Presidencia de la República.
Hoy Morena es la primera fuerza política a nivel nacional: además de mantener la Presidencia de la República, es gobierno en 21 estados y tiene mayoría simples en la Cámara de Diputados. Pese a esa hegemonía, en el país existen otras condiciones que no permiten que Morena sea un partido de Estado.
“Cuando el Estado controla todo y tiene a su instrumento político, que era el PRI, eso es lo que tiene proyectado Andrés Manuel López Obrador, solo que 2023 o 2024, no es lo mismo a 1960, 1970”, refiere Telesforo Nava.
Lo que sí ha contribuido a que Morena opte por actitudes de un partido de Estado es la oposición.
“La oposición está pasando por uno de sus peores momentos, tiene un papel tan pobre que es responsable de que Morena se sienta como partido de Estado, no son proactivos, sino reaccionarios. La oposición no ha logrado articular un discurso convincente de quienes están en contra de la 4T”, agrega Rosiles.