Activistas consultados por Expansión Política coinciden en que, si bien la situación para los migrantes se agravó a partir del despliegue de la Guardia Nacional (GN) en las fronteras, del acuerdo al que llegó México con el entonces gobierno de Donald Trump y de la pandemia de COVID-19, también es consecuencia de las políticas migratorias en administraciones pasadas.
"En otras administraciones ya había situaciones de violencia sistemática hacia las personas migrantes, pero ahora se ha exacerbado porque hay nuevas dinámicas migratorias; esto es una continuidad en los ejercicios de represión, ahora con una nueva variable, que es la aparición de la 'Guardia Nacional migratoria'", señala Felipe Vargas, del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR).
Eréndira Barco, de la organización Scalabrinianas Misión con Migrantes y Refugiados (SMR), refiere que en años anteriores a las caravanas migrantes que partían de Chiapas se les daba otro trato, desde la intención de garantizar su seguridad hasta permitirles el tránsito.
"En la actualidad hemos visto que esto no ocurre, sobre todo porque hay un enfoque de replegar a las caravanas en el sur, principalmente en Chiapas y Tabasco, donde de por sí no hay condiciones para la población (originaria), y ahora menos para las personas migrantes que llevan más de un año esperando sus trámites (de refugio)", menciona.
El SJR y SMR tienen oficinas en Chiapas, Tabasco y la Ciudad de México, puntos clave para los flujos migratorios que, dice Felipe Vargas, no necesariamente pretenden llegar a Estados Unidos, sino mantenerse a salvo en México.
Los dos colectivos ofrecen asesoría psicológica y jurídica a las personas en situación migratoria, así como apoyo especial a menores de edad no acompañados, mujeres embarazadas o aquellos que fueron víctimas de un delito.
A inicios de este mes, el Instituto Nacional de Migración (INM) informó de que, del 1 de enero al 31 agosto, había identificado a 147,033 personas migrantes en "condición irregular" en el país.