Esto ha provocado que en otros lugares del mundo funcionarios dimitan de su cargo, como acaba de suceder en Reino Unido, donde el ministro de Salud, Matt Hancock, renunció tras haber sido sorprendido violando las restricciones impuestas a los ciudadanos: besó y abrazó a una asistente en su oficina.
López-Gatell ha estado en la mira por la estrategia para enfrentar la epidemia de COVID-19 que a la fecha suma 2 millones 503,408 contagios y 232,521 decesos, una cifra muy por encima de los 65,000 fallecimientos que había pronosticado el subsecretario como una “escenario catastrófico”, lo que también le ha generado criticas.
Durante una comparecencia en el Senado, esto fue motivo de discusión que llevó a la suspensión de la sesión. La senadora del PAN, Lilly Téllez, le entregó en aquella ocasión un bastón como “cetro” y lo llamó “virrey de los muertos en casa”.
Entre julio y agosto, el subsecretario de Salud también ha sido denunciado ante la Secretaría del Función Pública (SFP) y la Fiscalía General de la República (FGR) por parte de los partidos MC y el PAN por “negligencia” y “mal manejo de la pandemia”.
En varias ocasiones, el presidente López Obrador lo ha defendido, incluso hace unas semanas dijo que “se convirtió en nuestro maestro” de la pandemia de COVID-19.
Desde el inicio de la emergencia sanitaria, López-Gatell fue nombrado el estratega ante la epidemia, cuando aseguró en marzo de 2020 que “la fuerza del presidente es moral, no de contagio” en uno de sus primeros acercamientos con el Ejecutivo, a quien ha respaldado también en su renuencia a usar cubrebocas.
A lo largo de la epidemia y en medio de la falta de medicamentos, López-Gatell se ha unido al discurso del gobierno federal de que existen grupos de poder y medios de comunicación que buscan tergiversar la realidad. En el caso de los fármacos para los pacientes con cáncer, no fue la excepción.