Antonio Andreú, académico de la Universidad Panamericana, detalla en un artículo en Expansión Política, la diferencia entre lo que reciben y recaudan. Por ejemplo, la Ciudad de México, recibe transferencias por 20,778 mdp, mientras su recaudación es de 164,608 mdp, por lo que “perdería” más de 143,830 mdp.
Otros casos como a Tamaulipas que en 2019, recaudó 63,356 mdp y recibió 15,204 mdp o Nuevo León que aportó a la federación 40,514 y recibió 14,197 millones de pesos.
Asimismo en el caso de Oaxaca, que recibe 18,312 del gobierno, pero de ingresos propios, solo 1,268 mdp o Guerrero que recibió 17,703 mdp mientras que recaudó 1,181mdp.
“Una balanza fiscal en la que cada entidad federativa recibiera lo que se recauda en su territorio ocasionaría que la solidaridad de los estados prósperos con los estados menos favorecidos fuera nula y, en ese caso, ¿qué sentido tiene ser una Federación? Por otro lado, si las pérdidas de los más prósperos son crecientes y permanentes, unos estados vivirán a costa de otros, haciendo de igual modo inviable la Federación”, señala el también secretario académico de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana.
Andreu expone que se debe procurar que las economías de estados menos prósperos crezcan más rápido que las de los estados prósperos, para que, en algún momento, acabe la dependencia de las transferencias federales, lo que se conoce como convergencia económica.