COVID-19: A 2 meses de la sana distancia, México alista la reactivación
A 10 días para que finalice la Jornada de Sana Distancia, que comenzó hace dos meses, los estados están preparando sus estrategias locales para “administrar” la epidemia.
Tras dos meses de la estrategia que implementó el gobierno de México para enfrentar la epidemia de COVID-19, que a nivel mundial ha cobrado mas de 336,000 vidas, el país se prepara para una nueva etapa: la reactivación en medio de una “nueva normalidad”.
Cuando inició el distanciamiento social el 23 de marzo, se reportaban 367 casos y 4 fallecimientos, un mes después, la cifra acumulaba 11,633 contagiados y 1,069 decesos y a dos meses de ese arranque las cifras de contagios supera los 62,500 y roza los 7,000 decesos.
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Para la siguiente etapa de la epidemia, pasada la vigilancia inicial y la “prueba de fuego” respecto a la atención hospitalaria , el énfasis será principalmente el cómo reactivar la economía al tiempo que se controla la epidemia.
En un paso inicial, se presentaron los lineamientos generales hacia la “nueva normalidad”, entre los que destacan medidas sanitarias y de seguridad que se deberán seguir en centros laborales, en escuelas, en áreas públicas cerradas y abiertas.
Por medio de semáforos estatales de riesgo se podrá determinar qué actividades están permitidas y cuáles no para cada localidad, las cuales deberán ser establecidas por las autoridades de cada entidad, con base en la carga epidemiológica, la disponibilidad en hospitales, así como la movilidad, entre otros.
La situación en cada estado ha sido distinta, pues mientras en entidades como Nuevo León y Jalisco se ha mantenido controlada la epidemia, la Ciudad de México, Baja California, Quintana Roo, Sinaloa y Tabasco, concentran la mayoría de los casos y los decesos.
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Reflejo de la desigualda
Desde que se anunció el “distanciamiento social” y la frase “quédate en casa” se implantó en el vocabulario no solamente nacional, sino a nivel mundial, las dificultades para hacerlo realidad se hicieron evidentes y resaltaron como factor los altos niveles de pobreza, la informalidad laboral y las desigualdades existentes en educación, ingresos y acceso a la salud. La realidad es que no todos los mexicanos pudieron cumplir la recomendación.
Además, se evidenció la vulnerabilidad de muchos grupos sociales incluída la población con enfermedades crónico degenerativas como obesidad, diabetes e hipertensión, y las características poblacionales.
Una de las principales deficiencias eran el propio sistema de salud, pues México no contaba con la infraestructura necesaria en caso de que pasara como en Italia y España, donde se desbordaron los hospitales.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), el país tiene una tasa de 3.3 Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) por cada 100,000 habitantes, frente a países como Italia, que tiene 8.6, o Alemania con 33.9, mientras el promedio de la OCDE es de 12. Para eso se fueron reconvirtiendo hospitales, comprando equipos y contratando personal.
El incremento hospitalario no se presentó de la misma manera en todos los estados, mientras lugares como la capital mexicana y el Estado de México la ocupación está alrededor del 70%, en Zacatecas la ocupación apenas alcanza el 5%.
En lugares donde el COVID-19 se presentaba con mayor intensidad, comenzaron también las protestas del personal médico por la falta de recursos y a incrementarse las agresiones a doctores, enfermeras, camilleros, entre otros. Hasta el 19 de mayo, se registraron más de 11,394 contagios entre profesionales de la salud, el 20% del total en el país. Hasta el 28 de abril iban casi 50 reportes de agresión.
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Las dudas del COVID-19
En medio de la crisis sanitaria, las dudas y las críticas de la estrategia frente a la pandemia se incrementaron por la inconsistencia entre lo que se vivía en algunos hospitales, frente a lo que decían el presidente Andrés Manuel López Obrador y el subsecretario de Promoción y Prevención de la Salud, Hugo López-Gatell, sobre que se “había domado” la epidemia y se había “aplanado” la curva, que se preveía a mediados de mayo, pocos días antes de la celebración del Día de la Madre.
La prensa internacional puso en duda la cifra oficial de fallecimientos en la Ciudad de México. El gobierno federal acusó a The New York Times de falta de “rigor” y explicó el protocolo para la tasa de mortalidad, el cual puede tardar hasta un año, sin negar que hay un subregistro de casos y decesos que se analizará una vez que pase la fase crítica.
Gustavo Cruz, investigador del Instituto de Investigaciones de Matemáticas de la UNAM y quien participó en la estrategia de la Influenza AH1N1 en 2009, asegura que “hay una subestimación que le queda claro a todo el mundo”, y para eso, señala, sirven los modelos matemáticos y epidemiológicos que ayudan a saber de cuánto es, porque hay gente no está en el hospital y aún no ha sido contabilizada.
“En todo el mundo hay subregistro de muertes, cuando se va haciendo de día a día conforme crece el brote, y los países lo han corregido una vez que pasó”, afirma.
Ante la “nueva normalidad”
En el último tramo de la epidemia, y ante la planeación de las medidas para el control de la propagación, el debate de la realización de pruebas se retomó. México es de los países que menos test ha realizado, no obstante ya planteó que se hará una “encuesta serológica” para identificar a quienes ya fueron contagiados, incluso sin darse cuenta.
Las pruebas para detectar la seroprevalencia tienen limitaciones como que no son confiables para pacientes con el virus activo, ya que lo que hacen es buscar si hay anticuerpos, por lo que deben aplicarse días después de la infección.
Debido a ello, la realización de las PCR es todavía la principal herramienta, aunque también presenta problemas, como la generación de “falsos negativos”, que puede depender tanto de razones científicas (como que no se hizo la prueba en el tiempo adecuado) como de errores humanos (no se realizó bien la prueba). Hasta el momento solo sido estudiadas poco más de 200,000 personas en lo que va de la pandemia.
“Ambas pruebas serían complementarias, nos permitirían medir dos variables, las pruebas de PCR casos activos y las serológicas los recuperados, los casos activos son importantes porque son los que están contagiando y mantienen viva la epidemia, pero los casos no activos no son menos importantes porque cuando ellos sumen un porcentaje alto es lo que nos va a dar la ‘inmunidad de rebaño’”, comenta Moisés Santillán, investigador del Cinvestav.
Esta es una de las medidas que se están planteando en otros países, y en algunos estados, incluyendo la Ciudad de México , hacia la “nueva normalidad” tras el impacto del COVID-19, el cual plantea es endémico y nunca se irá , sino que tendremos que aprender a vivir con él, haya o no vacuna.