Otras desigualdades
Ambos problemas enfatizaron la brecha de desigualdad que hay en el país, pues mientras una parte de la población puede mantenerse en casa y adaptarse a la nueva normalidad, muchos no pueden hacerlo porque significaría la pérdida de sus ingresos.
Aunado a eso, en muchos hogares no hay servicios necesarios, como agua o luz, para mantenerse confinados. En 2018, un 13,5% de los hogares de la región no tenía acceso a fuentes de agua mejoradas, situación que se agudizaba en las zonas rurales, donde la cifra alcanzaba el 25.4%, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Incluso, los niveles de acceso a internet para que los niños y adolescentes continúen con sus clases en línea y aprendiendo en casa son escasos. La Comisión señaló que hasta 2017, solo el 52.2% de los hogares de América Latina tenía acceso a internet y un 44.7% disponían de una computador.
A lo que se suma, señala el organismo, el hecho de que, para poder implementar la modalidad de educación a distancia, se requiere contar con una serie de habilidades y capacidades, tanto en el caso de los trabajadores del sector educativo, que en su mayoría son mujeres (un 69.8% de total de ocupados en este sector), como en el de los estudiantes y de quienes supervisan y apoyan estas actividades en los hogares.
“Con la crisis, se hace evidente la brecha de capacidades en el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones necesarias para implementar la educación a distancia, así como en las habilidades que poseen tanto los profesionales de la educación como los padres, las madres y los estudiantes”, plantea.
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