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La búsqueda de los 43 normalistas golpea la salud de sus familias

En los cinco años que han pasado desde la desaparición de los 43 jóvenes y el asesinato de otros tres, dos padres han muerto y otros más sufren problemas como diabetes, hipertensión y depresión.
vie 27 septiembre 2019 05:00 AM
Padres de los 43
Los padres de los 43 estudiantes tienen cinco años exigiendo a las autoridades federales averiguar qué pasó el 26 de septiembre de 2014 y qué fue de sus hijos.

ACAPULCO, Guerrero.— Bernardo Campos rara vez se quita el sombrero. Desde hace cinco años, suele traerlo puesto en cada marcha, protesta o reunión, como las que se han realizado en los últimos días para mantener viva la exigencia de encontrar a los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos desde el 26 de septiembre de 2014.

El hombre de 61 años, padre del normalista José Ángel Campos Cantor, es un ejemplo de cómo la angustia ha cobrado la factura a la salud de los familiares de los 43: padece diabetes, hipertensión y problemas en los riñones, lo que se refleja en el tono amarillento de su piel y en sus ojos cansados.

Felipe de la Cruz, vocero de los padres, advierte de que otros papás enfrentan situaciones similares y, pese a ello, todos se mantienen firmes en demandar a las autoridades mexicanas que den con sus hijos, estén donde estén.

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“Muchos padres y madres, en verdad todos, están muy enfermos, con diabetes, presión alta, hipertensión, problemas en la piel, cataratas. En verdad, están en una muy mala situación”, dice el portavoz.

“(A pesar de esto) nunca hemos perdido la fe. Enfermos o como sea, siempre estamos presentes. Todo esto ha traído graves consecuencias a la salud de todos los que formamos parte de este movimiento”, añade.

“Ya dos papás fallecieron”

En los cinco años que han pasado desde la desaparición de los 43 —que ocurrió luego de que fueron atacados por policías de Iguala ligados al crimen organizado—, a su precaria situación económica los padres tuvieron que sumar la preocupación por encontrar a sus hijos y, a la larga, una salud mermada.

Incluso, dos de ellos ya murieron desde la fecha del crimen: Minerva Bello Guerrero y Tomás Ramírez Jiménez.

Lee: “La única verdad en Ayotzinapa es que no hay verdad alguna”: Encinas

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Minerva Bello Guerrero, madre de Everardo Rodríguez Bello, murió en febrero pasado a causa del cáncer que padecía. Hilda Legideño, mamá del normalista José Antonio Tizapa Legideño, cuenta a Expansión Política que la mujer poco a poco empezó a perder peso y a caminar más despacio, pero se empeñó en buscar a su hijo “hasta su último aliento”.

Tomás Ramírez Jiménez, padre de Julio César Ramírez Nava —quien no se cuenta entre los 43 desaparecidos, sino que fue uno de los tres estudiantes que murieron por los disparos de los policías de Iguala—, falleció la madrugada del 1 de diciembre del año pasado, aunque los motivos de su deceso no se han hecho públicos.

“Ya dos papás fallecieron y sin tener respuesta de qué es lo que pasó”, dice Hilda.

“Todos nos hemos enfermado con tanta noticia que nos dan casi cada día, muchas cosas que no hemos podido (soportar)... cómo explicar tanto dolor pues que tenemos. Los padres tienen diabetes, hipertensión. Las enfermedades siguen apareciendo”, lamenta.

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“La enfermedad no nos hace desistir”

Entre los padres que han sobrevivido a la tragedia, algunos de los que tienen problemas de salud son Bernardo Campos y la propia Hilda Legideño.

Debido a la diabetes, a Bernardo los médicos decidieron amputarle dos dedos del pie derecho y su condición es delicada, dice Felipe de la Cruz, quien relaciona el deterioro del estado físico de los familiares con la angustia, la desesperación y la tristeza de buscar a sus hijos.

“(Pero) eso no nos hace desistir para seguir exigiendo verdad y justicia”, insiste el vocero.

En tanto, Legideño sufre de presión alta y los médicos le han pedido mantenerse en reposo, pero para ella salir a marchar y a buscar a su hijo es la prioridad.

“Nosotros decaemos, algunos padres vienen a las actividades, otros se quedan en sus casas. Las enfermedades siguen apareciendo, toda la depresión, pero aquí andamos, los muchos o los pocos”, dice.

“Hay momentos en los que la depresión yo creo que nos afecta y nos tumba, pero la necesidad de saber de nuestros hijos no nos permite quedarnos en casa”, agrega.

“En algunos casos nos dan medicamento”

Antes, los padres de los normalistas tenían que enfrentar por sí solos sus enfermedades, es decir, pagar sus consultas y comprar sus medicinas. Ahora, el actual gobierno federal desde marzo les brinda apoyo a través de la Secretaría de Salud (SSa).

“Nos están atendiendo por este nuevo gobierno y en algunos casos nos dan el medicamento, aunque no siempre se da el servicio de forma correcta”, dice Hilda.

La mujer cuenta también que, debido a sus problemas de salud, algunos padres han tenido que ausentarse de algunas marchas y manifestaciones, pero todos mantienen la esperanza de que las autoridades obtengan el paradero de sus hijos.

Esas esperanzas se han visto reavivadas luego de que se dieran a conocer nuevas líneas de investigación sobre el caso. Por ejemplo, una de ellas es la revisión del basurero municipal de Tepecoacuilco, ubicado a solo 10 minutos de Iguala y que hasta ahora no había sido contemplado como un posible sitio de búsqueda.

“Sabemos de esa línea, pero no nos han dicho si hay resultados. Nosotros esperamos que eso no sea cierto (que los cuerpos de los normalistas estén ahí), porque es como revivir lo del basurero de Cocula; nosotros tenemos esperanza de encontrar a nuestros hijos vivos, pero si deben revisar, pues que lo hagan”, dice Hilda, quien —como todos los padres— pide a la sociedad no olvidar el crimen contra los 43 ni dejar a sus familias solas.

Lee: Padres de normalistas de Ayotzinapa, a favor de nuevas líneas de investigación

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