ACAPULCO, Guerrero.— Bernardo Campos rara vez se quita el sombrero. Desde hace cinco años, suele traerlo puesto en cada marcha, protesta o reunión, como las que se han realizado en los últimos días para mantener viva la exigencia de encontrar a los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos desde el 26 de septiembre de 2014.
El hombre de 61 años, padre del normalista José Ángel Campos Cantor, es un ejemplo de cómo la angustia ha cobrado la factura a la salud de los familiares de los 43: padece diabetes, hipertensión y problemas en los riñones, lo que se refleja en el tono amarillento de su piel y en sus ojos cansados.
Felipe de la Cruz, vocero de los padres, advierte de que otros papás enfrentan situaciones similares y, pese a ello, todos se mantienen firmes en demandar a las autoridades mexicanas que den con sus hijos, estén donde estén.