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#Crónica | La Normal de Ayotzinapa aún lucha por sobreponerse a la tragedia

A cinco años de la desaparición de los 43, profesores y alumnos de la escuela Raúl Isidro Burgos todavía buscan superar el dolor de perder a sus compañeros y retomar la vida académica.
mié 25 septiembre 2019 05:00 AM
Normal de Ayotzinapa a cinco años del caso
En todo el plantel hay elementos que recuerdan la desaparición de los 43 jóvenes y la exigencia de que sean encontrados.

TIXTLA, Guerrero.— El acceso a la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa no está pavimentado: es un camino de terracería que con las lluvias de esta temporada se convierte en un trecho lodoso y resbaloso. A la entrada, el portón negro está abierto de par en par y, a solo unos pasos de él, una escultura tallada en el tronco de un árbol lanza este recordatorio: “Vivos los queremos”.

La ausencia de los 43 estudiantes del plantel que desaparecieron hace cinco años, durante los hechos de violencia del 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, también es recordada por pinturas, carteles y pintas distribuidos por todo el lugar, así como por los alumnos que exigen el regreso de sus compañeros.

“Es como si fuera el receso y sabemos que van a regresar por esa puerta”, dice un joven estudiante.

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A unos días del quinto aniversario de este caso que ha marcado al país, la Normal está en calma. Solo unos cuantos alumnos caminan por el lugar, mientras la lluvia mantiene mojados los edificios, el patio y el campo que años atrás fueron utilizados por los 43 ausentes.

Una maestra de primer semestre, quien imparte la materia de Español, reconoce que estos son días complicados para la comunidad, porque la mayoría de los estudiantes deja el plantel para participar en las marchas conmemorativas y acompañar a las familias de los normalistas desaparecidos.

El director de la Normal, Víctor Gerardo Ríos, afirma en entrevista que la institución busca pasar de la tragedia a la fortaleza, y admite que en estos cinco años alumnos y profesores han tenido que esforzarse por retomar la vida académica.

“La herida sigue sangrando, pero la escuela está caminando, estamos tratando de empoderar lo que es la Normal y lo que será”, dice.

“Retomar la vida académica ha sido un camino complicado. Han sido ya cinco años de lucha, de búsqueda de justicia para los jóvenes, para sus familias, de lucha por ser escuchados. Todos hemos sobrevivido a un camino de mentiras, pero con dignidad para saber en dónde están”, insiste.

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En memoria de los 43

La generación de los 43 egresó hace un año, pero su recuerdo sigue.

En una cancha de la escuela fue habilitado un sitio en memoria de los jóvenes. Hay 43 pupitres alineados y en cada silla están un nombre y una fotografía. También fue colocada una mesa larga, cubierta con un mantel rojo, sobre la cual hay veladoras, imágenes de santos, hojas con mensajes de exigencia y más fotos, entre ellas, una de Julio César Mondragón, el normalista asesinado en Iguala y cuyo cuerpo fue localizado en un basurero, con la piel desprendida del rostro.

Memorial en la Normal
Así luce el memorial a los 43 estudiantes desaparecidos colocado en la Normal Raúl Isidro Burgos.

“La escuela ha retomado la parte académica a pesar de que nos arrancaron a 43 estudiantes, la escuela sigue en pie. No ha sido sencillo, con altos y bajos dentro de la parte administrativa, académica, política… Ha sido difícil, pero hemos sabido sobrevivir a este embate y conjugar la desgracia con la vida escolar”, dice el director de la Normal.

Esto, según el académico, a pesar de que el plantel ha sufrido “abandono institucional”. En los últimos años —acusa Ríos—, la Raúl Isidro Burgos no ha recibido apoyo ni siquiera para enfrentar los daños que dejó el sismo del 19 de septiembre de 2017.

Desde el temblor, un edificio del complejo quedó inhabitable, a lo que se suman la falta de mantenimiento y de puertas, la filtración de agua en dormitorios, la carencia de cristales, pupitres y sillas, y el que el gobierno federal solamente aporta 87 pesos diarios por cabeza para la alimentación de los alumnos, problemas con los que deben vivir los docentes y los 479 estudiantes que hoy por hoy tiene la escuela.

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El director dice que los recursos no fluyen con rapidez por “la imagen” que las autoridades tienen de la Normal como generadora de conflictos y como lugar donde “se forjan guerrilleros”. Frente a esto, defiende a los jóvenes y asegura que sus reacciones reflejan su descontento con el abandono gubernamental.

“Los alumnos de Ayotzinapa nunca van a estar en contra de la sociedad civil, siempre han acompañado, pero de aquí han salido diputados, alcaldes, artistas. Aquí hay un manjar de conocimientos”, sostiene.

“La lucha que hacen es por mejorar la escuela, sus condiciones. Ahorita, Ayotzinapa ha estado mucho más pacífica, de diálogo, pero cuando les prometen y les mienten, ellos reaccionan de otra manera”.

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La caída de la matrícula

En los últimos cinco años, dice el director, otro efecto del caso Ayotzinapa ha sido el descenso de la matrícula de la Normal, que empieza a reponerse. En 2015, el número de estudiantes cayó de 523 a 287, para 2018 se elevó a 387 y ahora está en 479, con jóvenes de estados como Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Chihuahua, Veracruz, Puebla, Morelos y Estado de México.

Entrada a la Normal
Los alrededores de la Normal se convierten en caminos lodosos en esta temporada de lluvias.

“Se daban de baja los alumnos porque los padres, los tíos, les decían que había peligros y que el movimiento estaba pesado... Nos dio mucho trabajo recuperar la matrícula, pero gracias a la coordinación de los muchachos, de todos, pudimos llenar la matrícula de nuevo. Comienzo a echar las campanas al vuelo y digo: Ayotzinapa vive y seguirá viviendo”, comenta Ríos.

Hoy, de la generación a la que pertenecían los 43, la 2014-2018, hay jóvenes que ya están dando clases, aunque la mayoría decidió salir de Guerrero.

Mientras tanto, el director y otros profesores aseguran estar firmes en su deseo de continuar con su labor y de seguir dando cabida y oportunidad de estudiar a los hijos de campesinos y personas de escasos recursos.

“Nuestros jóvenes vienen de lugares en verdad marginados, en donde comer es algo muy difícil para ellos, y aquí encuentran un hogar. En verdad, son buenos muchachos… Aquí hay una mezcla de cultura”, dice el director.

“Los egresados de aquí regresan a la comunidad, esa es la importancia de Ayotzinapa, la importancia de la Normal Rural”, agrega la cabeza del plantel que hace cinco años atrajo la atención nacional, cuando 43 de sus integrantes fueron víctimas de la violencia que golpea a todo México.

Actualmente, este lugar construido para formar maestros es otro más donde son visibles los esfuerzos por no olvidar a esos 43 jóvenes y, también, por mantener la exigencia de encontrarlos y saber qué ocurrió con ellos.

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