TIXTLA, Guerrero.— El acceso a la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa no está pavimentado: es un camino de terracería que con las lluvias de esta temporada se convierte en un trecho lodoso y resbaloso. A la entrada, el portón negro está abierto de par en par y, a solo unos pasos de él, una escultura tallada en el tronco de un árbol lanza este recordatorio: “Vivos los queremos”.
La ausencia de los 43 estudiantes del plantel que desaparecieron hace cinco años, durante los hechos de violencia del 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, también es recordada por pinturas, carteles y pintas distribuidos por todo el lugar, así como por los alumnos que exigen el regreso de sus compañeros.
“Es como si fuera el receso y sabemos que van a regresar por esa puerta”, dice un joven estudiante.