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"Simularon que los buscaban", afirma la madre de un normalista de Ayotzinapa

A cinco años de la desaparición de José Eduardo Bartolo, su madre se dice decepcionada por la falta de justicia; denuncia que el gobierno de Enrique Peña Nieto sólo simuló.
jue 26 septiembre 2019 06:00 AM

María de Jesús Tlatempa, madre de José Eduardo Bartolo, uno de los 43 jóvenes desaparecidos en Iguala es determinante; para ella las autoridades del sexenio de Enrique Peña Nieto sólo simularon la búsqueda de los normalistas. Refiere que en ese gobierno a nadie le importaba el paradero de los jóvenes y mucho menos el sufrimiento de las familias.

"El gobierno anterior nos dijo que nos iba a ayudar, pero realmente sólo se burlaba de nosotros; hicieron una simulación de que los buscaban”.

Considera que, a pesar de haberse construido una verdad histórica que vincula a grupos del crimen organizado, para ella está claro lo que sucedió la noche del 26 y la mañana del 27 de septiembre: "policías municipales y elementos del Ejército se llevaron a los jóvenes".

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Burlas e irregularidades

Al cumplirse cinco años de la desaparición de su hijo y de otros 42 jóvenes más, para María de Jesús, el proceso que han vivido ha sido muy doloroso; denuncia que ha sido testigo de una investigación llena de irregularidades e, incluso, de insultos hacia quienes son víctimas.

Destaca que a las familias les les dolió mucho que se señalara que los jóvenes normalistas eran parte del grupo criminal de Los Rojos.

Y una burla más, recuerda el ofrecimiento de dinero a cada padre de familia de hasta 3 millones de pesos para que dejaran de manifestarse.

“Me hablaron por parte de Ángel Aguirre, por parte su esposa, vía telefónica, que me quería dar un apoyo. Yo respondí: si me quieren dar un apoyo, regrésenme a mi hijo”.

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En su perspectiva, en estos cinco años sólo se simuló la búsqueda de los jóvenes.

Con el sexenio de Peña Nieto, le agarré mucho coraje porque nunca imaginé que fuera a haber tanta corrupción y que nuestros hijos no nos los fueran a regresar”.

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La desaparición

El 26 de septiembre de 2014, María de Jesús Tlatempa tuvo una extraña intranquilidad. Al estar enferma de cáncer, pensó que quizá su cuerpo le avisaba que se acercaban sus últimos días de vida, por lo que salió de su casa para empezar a despedirse de su familia. Nunca pensó que aquella sensación tenía otro motivo: la desaparición de José Eduardo Bartolo Tlatempa, uno de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa.

Cinco años después, María de Jesús cocina una sopa de pasta, no en su casa, sino en un campamento en el Centro Prodh, el centro de apoyo a víctimas de violaciones a sus derechos Humanos que los ha apoyado este tiempo; prepara esa comida para sus compañeros de lucha: los padres y hermanos de otros 42 estudiantes de la normal de Ayotzinapa que desaparecieron en Iguala.

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La señora María de Jesús se da un tiempo para hablar sobre esa tragedia, para hablar de José Eduardo, de su esperanza de que regrese a casa, de las irregularidades del caso y de la confianza que le está generando la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador y el reinicio de las investigaciones del caso.

Ataviada con una playera blanca estampada con la imagen de su hijo desaparecido, María de Jesús recuerda que la última vez que vio con vida a José Eduardo fue en el desfile del 16 de septiembre de 2014; allí, él le prometió ir pronto a casa. Diez días después desapareció en Iguala.

En la noche del 26 de septiembre, le comunicaron que algo había pasado en la escuela Isidro Burgos; corrió desde su domiciio hasta el plantel para encontrarse con un grupo de familiares llorando. Pronto empearon a llegar las malas noticias: José Eduardo, junto con varios de sus compañeros, había desaparecido; habían sido detenidos por la policía, fue lo que les dijeron.

Recuerda uno de sus primeros pensamientos: "seguro los detuvieron, pero pronto serán liberados".

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A cinco años de ese momento el regreso no ha llegado y la espera sigue; ella reconoce que su más grande decepción es que no ha habido justicia.

Reclama que, cinco años después, nadie hubiera entregado el video de alguna cámara de seguridad del gobierno del estado de Guerrero, una imagen extra que permita ver más del camino que tomaron los policías y saber a dónde se llevaron a los estudiantes.

Ama de casa convertida en activista y manifestante, María de Jesús plantea que varias de las pruebas que pudieron llevar al paradero de los jóvenes no fueron tomadas en cuenta, por lo que celebra la decisión de la Fiscalía General de la República de iniciar nuevamente las investigaciones y de revisar a quienes estuvieron al frente de ellas.

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Revela que durante un mitin realizado en la Plaza de las Tres Culturas, en 2015, un militar se le acercó para decirle que ya no hicieran las movilizaciones y que así "nuestros hijos, los iban a devolver”.

Afirma que la llegada de Andrés López Obrador a la Presidencia les genera esperanza de encontrar justicia, no importa que sea a cinco años después; aunque reconocce que su más grande sueño no es justicia, sino ver entrar por la puerta de su hogar a José Eduardo.

Ya no queremos que otros padres sufran lo que nosotros estamos sufriendo, en verdad es muy doloroso. Hasta cuándo vamos a encontrar paz. No es tan fácil dar con la verdad, pero tarde o temprano todo lo que está en la oscuridad tiene que salir a la luz”

Lamenta que hayan sido funcionarios los que obstaculizaron la investigación, como el caso del exdirector de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón.

¿Quién es José Eduardo?

José Eduardo era un joven de 19 años que decidió estudiar en la Escuela Normal Isidro Burgos alentado por los hermanos de su abuelo paterno, quienes habían egresado de esa institución.

Aunque su sueño no era dar clases sino seguir estudiando, cuando regresaba a casa se encargaba de compartir sus conocimientos con sus hermanos menores.

Su madre cuenta que decidió registrarse en esa institución porque le quedaba a 10 minutos de su casa, caminando, y así podía seguir sus estudios sin tener que gastar hasta 50 pesos al día para llegar a la Universidad Autónoma de Chilpancingo, recursos que no tenía.

Cuenta María de Jesús que José Eduardo fue muy cooperativo desde pequeño. Cada que podía, ayudaba a su padre en el oficio de albañilería. Su sueño era ganar más de 200 pesos al día para ayudar a la economía de su hogar y, de ser posible, lograr que su mamá dejara de trabajar en la venta de elotes asados o gelatinas.

Siempre fue un joven muy reservado, que lo que quería era seguirse preparando”.

En su adolescencia, José Eduardo tuvo que enfrentar la noticia del cáncer de su mamá. A uno de sus compañeros de la Escuela Normal, le llegó a confiar que lo invadía un gran temor: perder a su mamá. Pero los sucesos del 26 de septiembre cambiaron las ccircunstancias: su madre fue la que tuvo que vivir la pérdida de José Eduardo.

El Centro Pro Derechos Humanos, que ha acompañado a las familias de los jóvenes, relata en palabras de Karina Nalda, que en la cartera de José Eduardo se encontró una carta de amor que aún no ha sido entregada.

“No sé, cumples 18 y yo tengo 19, pero imagínate, tu cumpleaños, recuerda que sólo cumples 18 una vez en la vida y la oportunidad perfecta es una”.

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