Los retos de la 4T
Al inicio de su gobierno, Andrés Manuel López Obrador realizó una serie de modificaciones en la Secretaría de Desarrollo Social, a la cual le cambió el nombre por Bienestar y le quitó algunas atribuciones.
Para empezar, López Obrador desapareció la figura de los delegados de la dependencia para concentrar, desde la propia presidencia, la implementación de los programas sociales a través de los denominados “súper delegados”, los cuales son coordinados por Gabriel García, exsecretario de Organización de Morena.
A su vez, el programa social estrella de López Obrador, Jóvenes Construyendo el Futuro, desplazó a otros de administraciones anteriores; éste depende de la Secretaría del Trabajo y no de la de Bienestar.
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María Luisa Albores, titular de Bienestar, ha iniciado su gestión en medio de recortes a su dependencia y a programas como Prospera y las estancias infantiles.
En junio, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados informó que, en los primeros tres meses del año, se le quitaron 287.7 millones de pesos a Bienestar, mientras que a la Secretaría de Energía se le amplió el presupuesto en 3.6 mil millones de pesos adicionales.
Entre esos ajustes, destaca también que a Prospera se le quitaron 10 mil millones de pesos, mientras que a Sembrando Vida se le recortaron 769.3 millones.
Actualmente, el único programa social prioritario para el gobierno que sigue estando en manos de Bienestar es el de las pensiones a adultos mayores, que en los primeros meses del año tuvo un incremento presupuestal de 10 mil millones.