CIUDAD DE MÉXICO (Expansión Política).- Además de carencias económicas por el presupuesto más bajo en su historia, el Instituto Nacional de Migración (INM) vive una crisis de personal.
Parte de esta crisis obedece a la salida de 600 personas del instituto, cifra reconocida por Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, el pasado 10 de junio, a lo que se suma un ambiente de presión a sus empleados y falta de capacitación.
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Trabajadores que dejaron la dependencia denuncian que lo hicieron por presiones laborales. En su mayoría se trata de personal de oficinas centrales que no aceptó trabajar en comisiones atendiendo a migrantes en los estados y por esa razón les piden la renuncia.
“La gente del sector central que pertenece a administración tuvimos que ir a las estaciones migratorias. Fueron dos comisiones grandes. En algunos casos, estuvimos casi 20 días comisionados”, relata una exempleada del INM que pide se omita su nombre.
De administrativos a policías y cocineros
En Tapachula, la estación migratoria Siglo XXI tiene capacidad para 960 personas, pero atiende al doble. En este lugar, reciben a personas provenientes de África, Centroamérica y Sudamérica.
La estación está rebasada en su capacidad, pues los migrantes pasan meses esperando autorización para continuar con su viaje. Las condiciones de hacinamiento y deterioro, además, son como las de una cárcel.
Sin tomar en cuenta lo delicado de llegar a atender este lugar, y sin preparación previa, el personal administrativo en comisión llega a enfrentarse con lo que se deriva de dicha concentración humana.
“Muchas veces, al llegar a la estación migratoria Siglo XXI, al personal que íbamos los metían a población. Estar en población en una estación migratoria es, prácticamente, como ser un celador. Tienes que estar cuidando a los extranjeros, resguardando las comidas, dándoles autorización para entrar y salir a los baños, es complicado y los administrativos no estamos preparados”, relata la exempleada que antes atendía trámites en una oficina de la Ciudad de México.
Actualmente, la estación Siglo XXI recibe apoyo de la Policía Federal debido a que se han presentado “amotinamientos” y fugas de migrantes. El 7 de mayo, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) reconoció en uncomunicado la salida no autorizada de 100 cubanos que aprovecharon un corte de energía; unos días antes, el 26 de abril, la revistaProcesohabía reportado otra fuga masiva de cubanos, 645 lograron salir de ese lugar.
Otra tarea que le asignan al personal que llega a apoyar es cuidar y preparar la comida para los migrantes. Todos los días se sirven desayunos, comidas y cenas. El manejo de estos alimentos también se hace sin la capacitación adecuada, pues no se trata de unas cuantas comidas, sino de miles de raciones al día.
“Se tiene que tener una preparación, pero nunca nos la dieron. Llegábamos, bajábamos de los vuelos, venían las camionetas del INM y nos trasladaban directamente a Tapachula y ya estando en la estación migratoria nos asignaban las tareas”.
El personal que formaba parte del INM relata que muchos migrantes llegan enfermos o se enferman en la estación por el mal manejo de los alimentos.
“Llega una pipa de agua todos los días y se llenan unos contenedores tipo tinacos que están a la intemperie y de ese tinaco se llenan, con una manguera, los garrafones. Los garrafones jamás se lavan, así como se vacían, se llenan y eso provoca enfermedades”, explica.
Ante esa situación, cientos de empleados del INM optaron por renunciar.
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Otras irregularidades
Apenas el viernes 14 de junio, presentó su renuncia el comisionado del INM, Tonatiuh Guillén López. Horas después se anunció la llegada de Francisco Garduño como nuevo titular del Instituto. También se informó de la llegada de 845 nuevos elementos a la dependencia, aunque no se especificó la tarea para la que fueron contratados.
El cambio y la contratación se anunciaron como parte de un ajuste para hacer frente a la crisis migratoria. Ajustes que los empleados consideran deben ser mayores y con personal con las capacidades para la situación que se vive.
Ejemplifican, nuevamente, con el servicio de comida. Detallan que el contrato para suministrar de alimentos en la zona norte se tuvo que entregar por asignación directa. Y aunque en las especificaciones técnicas –de las cuales Expansión Política tiene copia– se detallan las dietas a cumplir, se piden los tres alimentos diarios, tipos de carnes, colaciones, box lunch, postres y hasta el tipos de utensilios para servir la comida, en la realidad todo es diferente.
A veces, la comida sólo es un pan con algo de frijoles que se complementa con fruta madura y próxima a descomponerse.
Todo lo anterior, explican, porque los contratos no fueron pensados para atender la sobre-demanda en las estaciones migratorias ante la llegada y permanencia de miles de personas que tendrán estos espacios por el acuerdo entre el canciller Marcelo Ebrard y el gobierno de Donald Trump.