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Crónica| Acapulco. La cena de Navidad puede esperar; “lo primero es levantarnos”

Una gran cena navideña tendrá que esperar. Quienes celebren el día, lo harán con algo sencillo, no como en años pasados. El resto no hará nada, pues no hay casa, no hay dinero ni algo qué cocinar.
dom 24 diciembre 2023 06:00 AM
#Crónica | Acapulco. La cena de Navidad puede esperar, "lo primero es levantarnos"
En vísperas de la Navidad, Acapulco continúa el camino de su reconstrucción. Poco a poco como dicen muchos de los lugareños.

ACAPULCO - Acapulco quiere levantarsepoco a poco.

El Zócalo luce lleno desde la mañana, pero sobre la arena de la zona costera camina un reducido número de turistas por la tarde. En el fraccionamiento Las Playas, a cinco minutos de La Quebrada, una persona maneja a la medianoche un camión que recoge todavía los escombros que dejó el huracán Otis.

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Acapulco quiere levantarse, un día a la vez, y navega entre el optimismo de quienes creen que la reconstrucción del puerto va acelerada y el cansancio físico de quienes hacen fila para la entrega de los enseres que prometió el gobierno federal. Muchas de estas personas lo perdieron todo el pasado 25 de octubre y siguen igual a unas horas de uno de los días más emotivos del año.

“¿Celebrar la Navidad? ¿Con qué ánimo?”, es la respuesta casi unánime de las mujeres y los hombres —la mayoría de la tercera edad— que pernoctarán a las afueras del centro acuático El Rollo, en la avenida Costera Miguel Alemán, para recibir el paquete de apoyo (colchón, refrigerador, estufa, ventilador y un juego de sartenes) que ofreció el presidente Andrés Manuel López Obrador a los afectados por el huracán.

Crónica. No habrá cena de Navidad en Acapulco

Una gran cena navideña tendrá que esperar. Quienes celebren el día, lo harán con algo sencillo, no como en años pasados. El resto no hará nada, pues no hay casa, no hay dinero ni algo qué cocinar.

En medio de estos contrastes hay otro consenso: lo primero es que Acapulco se levante y eso lo dicen muy convencidos todos.

Las lágrimas de Petra y Lolis

Con más de 60 años, Petra trabaja en unos baños públicos en la zona de la costera. Por 10 pesos entrega unos cuadritos de papel higiénico a quienes utilizan las instalaciones, todavía derruidas por Otis.

“El techo de mi casa, que era de lámina, se cayó y perdí todo lo que tenía. Soy afortunada porque sobreviví, pero no muchos tuvieron la misma suerte, hubo muchos muertos, no creo que la cifra que dan de fallecidos sea real”, asegura esta mujer entre lágrimas.

No celebrará la Navidad porque lo ha perdido todo, su familia no vive en el puerto y cada año la visitan en estas fechas. No esta vez, ahora siente mucha pena que sus nietos la vean como está, sin nada.

María Dolores, o Lolis como le dicen de cariño, está formada desde las 8:00 horas del viernes, junto con otras 250 familias, a las afueras de El Rollo.

Está dispuesta a pasar la noche ahí para recibir su paquete prometido, pese a que le dijeron que podía ir a casa a descansar y volver con la ficha que le dieron. Sin embargo, ella no quiere tomar riesgos.

“Soy de las que perdió muchas cosas, pero es lo de menos porque sobrevivimos y soy optimista de que las cosas mejorarán. Pasé meses sin luz, pero ya regresó. Cuando vi a los de CFE trabajar día y noche fue cuando me di cuenta que Acapulco se va a levantar”, dice confiada.

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Lolis tampoco celebrará la Navidad como otros años, aunque sí se reunirá con su familia para comer tacos.

“Lo importante es estar juntos”, dice con los ojos húmedos.

Luis, un hombre que rebasa los 50 años y es el primero en la fila, también es optimista sobre la recuperación de Acapulco, y aunque el puerto poco a poco se recupera, cree que para Semana Santa ya estará en capacidad de operar a 70 u 80% respecto de antes del desastre.

Crónica | No habrá cena de Navidad en Acapulco

Negocios abiertos, negocios cerrados

La costera luce más limpia tras las primeras semanas del paso de Otis, cuando para caminar se tenían que esquivar los escombros. Hoy caminar es más sencillo.

Pero en el camino los contrastes se notan. Mientras el Sanborns tiene lista de espera para desayunar y comer, otros negocios lucen en el abandono, sin abrir luego de casi dos meses de la tragedia.

Crónica | No habrá cena de Navidad en Acapulco

Lo mismo pasa con los hoteles. En el Ritz ya se ofrecen algunas habitaciones, pese a que aún hay maniobras para reparar muchos de los daños que dejó el huracán. En cambio, otros hoteles, los más pequeños, lucen derruidos y sin alguien que cuide de ellos o haya arrancado obras de reparación.

Coppel, Waldo’s, Home Depot y Farmacias del Ahorro reciben a cuanto cliente llega. No así los pequeños negocios, algunos aún tapiados y otros de plano en el olvido, sin nadie a quién preguntar sobre su futuro. A primera vista parece que Acapulco recupera vida, pero permanecen los fantasmas que nos recuerdan que la catástrofe fue mayúscula.

Crónica | No habrá cena de Navidad en Acapulco

José es un taxista joven, entusiasta, que cuenta cómo el huracán le pegó a su bolsillo y a su vida diaria, pero que no hay que bajar los brazos.

“A muchos compañeros taxistas nos pegó el huracán. Unos ya no regresaron a trabajar, yo incluso pensé en irme de Acapulco, pero después dije, ¿y a dónde voy? Y aquí me tienes manejando”, dice en medio del caos vial en la costera Miguel Alemán.

Este joven reconoce el trabajo que, a su parecer, está haciendo el presidente Andrés Manuel López Obrador para remediar la tragedia, a diferencia de los gobiernos estatal y municipal, que parecen tan a la deriva como la población del puerto. Hay poco turismo para sus estándares todavía, sobre todo porque los visitantes no tienen seguridad.

Crónica | No habrá cena de Navidad en Acapulco

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Cuando José habla de este último punto, se refiere a la incertidumbre de que azote otro fenómeno natural. Porque de la otra seguridad no hay duda de que Acapulco es una de las zonas más vigiladas del país.

La presencia de la Guardia Nacional es evidente. Por toda la zona turística resguarda comercios, hoteles y el orden público. Su presencia está por toda la costera… y solo en la costera.

Crónica | No habrá cena de Navidad en Acapulco

La oficial Martínez explica que uno puede caminar por el rumbo sin ninguna preocupación, pero cuando se le pregunta por las zonas más marginadas y cómo están las cosas, recomienda no ir solo.

“No hay presencia de nuestros cuerpos en las zonas altas del cerro, les recomendamos no ir, todavía hay asaltos y delincuencia en algunas partes. Para ir a ver cómo va la reconstrucción en esa zona mejor vayan con algún lugareño, pero no solos”.

Nadie piensa en los niños

En la fila del centro acuático aparece Melanie, otra mujer formada para recibir el apoyo del gobierno federal, quien cuenta que le llegó un mensaje de WhatsApp de que hay unas personas que llevaron regalos a los niños en la colonia donde vive. Se ofrece a llevarnos.

En la colonia Monteverde, Praderas de Costa Azul, hay un auto que está esperando la llegada de niñas y niños para entregar algunos regalos: muñecas, juegos de té, carritos, camiones, legos, pistolas, lentes de sol y hasta celulares de juguete, además de bolsas de dulces.

Iker, Fátima e Iñaki son los primeros en llegar y recibir los regalos, pero inmediatamente se corre la voz y llegan más niños. Algunos corriendo y otros cargados en los brazos de sus mamás. Otros llegan en moto, porque saben que había que llegar rápido, de lo contrario no alcanzarían.

Una abuela se acerca a quien regala los juguetes y le dice, me puede dar uno para mi nieto, es que no puede venir, tiene dengue, y aunque el señor que reparte los regalos se la duda, termina por darle la bolsa con el regalo.

Melanie ataja en ese momento con una frase desgarradora: “qué bueno que trajeron regalos, porque nadie piensa en los niños”. En Acapulco, ellos también han quedado en el olvido.

La Quebrada, “la punta de lanza”

Son las 19:30 horas y Fátima, de 12 años, junto con otros cinco niños y jóvenes, se prepara para lanzarse desde La Quebrada, el icónico acantilado de 45 metros. Antes de subir a las piedras, saluda a un puñado de turistas.

Es la primera en lanzarse. Se oyen pocos vítores. La mayoría de los que asisten están grabando con su celular y solo unos cuantos tienen las manos libres para aplaudir.

“Hay que sonreír, estamos vivos. Gracias a Dios se dejaron venir las personas para mirar a nuestros clavadistas”, dice Yair Ramírez, un vendedor de playeras. “Esto es despacito, no hay barcos nocturnos, no hay fiesta en la noche, solo queda esa piedra”.

Yair señala el acantilado, ese que no se movió con Otis y que para él se ha convertido en un símbolo de esperanza y el carácter del puerto y su gente.

José, otro de los clavadistas, con apenas 13 años, añade, “es poco a poco”, mientras pasa una bolsa para que los turistas dejen una propina.

De los pocos asistentes al acto está Mauricio, quien junto con su esposa, hermanos y sobrinos vinieron a Acapulco con una misión: ayudar.

“Queremos gastar el poco dinero que tenemos para apoyar a Acapulco. Rentamos un espacio en Airbnb y fuimos al mercado de mariscos para comprar la comida y no gastar en un restaurante de marca o en alguna franquicia. Ojalá pudieran venir más personas”, comenta.

Acapulco volverá

En vísperas de la Navidad, Acapulco continúa el camino de su reconstrucción. Poco a poco como dicen muchos de los lugareños.

No será una fiesta de 24 y 25 de diciembre como otras. Las pocas luces navideñas que adornan las casas son otra clara muestra de que esto va despacio, pero va.

Por algún motivo Acapulco es parte de Guerrero, y en ese nombre descansa su batalla, cada persona de la ciudad luchará porque vuelva a levantarse, aunque sea poco a poco.

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