El joven de 32 años de edad no se alteró como los demás, se levantó con calma, buscó su sudadera favorita, una negra de Adidas, sus tenis blancos y un pantalón tipo militar y comenzó a caminar, pero algo lo detuvo un instante y le dijo a su hermano “presiento que ya me voy a morir carnal”.
Según cuenta Gilberto, él le dijo que se apurara porque todos los demás ya se habían salido. “Yo lo apresuraba, pero él me dijo que sentía que ya se iba a morir. Todos corrimos, pensé que nos seguía y lo perdí de vista”, narró.
Todos pensaron que se perdió entre los pobladores que buscaban la forma de salvar sus vidas, corriendo, otros en raites en autos particulares o en camiones de la Secretaría de Seguridad Ciudadana del municipio de Puebla que había ingresado a la localidad para ayudar a la población a evacuar, pero no.
Abimael Eduardo apenas había salido de su casa cuando fue alcanzado por la onda expansiva de la primera de cuatro explosiones que se registraron esa madrugada. Lo que supieron horas más tarde sus familiares es que sus ojos se reventaron y le salió sangre por la nariz y boca antes de caer al piso. Fue encontrado por los cuerpos de rescate entre los escombros esa madrugada.
“Nunca podré olvidar cuando me acerqué a ver su cuerpo. Estaba hecho bolita, tenía muchas heridas, yo creo que le dolió mucho", dijo Gilberto, el mayor de siete hermanos.