Con picos, palas, sombreros y gorras, las familias de las personas desaparecidas salen a pedir apoyo entre la población para conocer puntos donde cavar, y también, agua, herramienta o alojamiento si se trabajará en una misma área por más de un día.
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Esas mismas familias también se juntan para manifestarse afuera de oficinas de gobierno para exigir que se agilicen búsquedas; para presionar, en conjunto, para conseguir la atención de funcionarios, y para dar a conocer jornadas de búsqueda o conferencias de prensa con la esperanza de que ciudadanos se acerquen a entregarles alguna pista que los lleve al paradero de alguien ausente o de algún entierro clandestino.
De 2006 a enero pasado, el gobierno federal tiene registro de 61,637 personas desaparecidas y de 3,631 fosas, de acuerdo con un informe de la Comisión Nacional de Búsqueda.
Cecilia Flores, líder de las Madres Buscadoras de Sonora, explica que como colectivo no aplican medidas contra la pandemia, que ha cobrado la vida de al menos 28 personas en México y contagiado a más de 1,000 en su segunda fase. Incluso, sostiene, no pararán “nada” porque su trabajo les ha rendido frutos en medio de la contingencia: la madre reporta que, desde la segunda quincena de marzo, el colectivo ha encontrado los restos de 12 cuerpos en Nogales y de otros cuatro en Hermosillo.
“Nosotros seguimos nuestras actividades igual, nosotros no paramos nada; al contrario, seguimos echándole ganas, seguiremos en la búsqueda”, advierte la madre de Alejandro Guadalupe Islas, desaparecido en Sinaloa desde 2015, y de Marco Antonio Sauceda, también desaparecido, pero en Sonora, en 2019.