La bisagra
Ante la posibilidad de que el PVEM alcance hasta 50 diputados, el exconsejero del INE, Javier Santiago Castillo, anticipa que esa bancada “podría convertirse en un partido bisagra” para ayudar a Morena a conseguir la mayoría necesaria para reformas legales y constitucionales.
Pero el apoyo no sería gratuito, pues es previsible, como en el pasado, que “se presenten chantajes, por ejemplo, posiciones en la Cámara o gobiernos, a cambio de votos legislativos”.
La negociación política le va a favorecer al tener esa moneda de cambio que son las curules, pero también se facilitará “porque el PVEM se caracteriza por su pragmatismo, pues se alía a la fuerza mayoritaria sin importar cuál sea”.
Santiago Castillo, catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), recuerda así el apoyo del PVEM al PAN en la Alianza por el Cambio que llevó a Vicente Fox a la Presidencia, en 2000, para luego cambiar de bando desde 2003 y hasta 2012-2018, en que su pacto fue con el PRI, con el que gobernó en el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Apenas arrancó el gobierno de Morena, que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, el PVEM acordó con él una alianza legislativa en favor de la “cuarta transformación”.
Y de adversarios pasaron a aliados, lo que fue posible por la amistad de López Obrador con Fernando Coello (recién fallecido), abuelo de Manuel Velasco, exgobernador de Chiapas y exsenador del PVEM, partido con el que Morena amarró acuerdos por lo que resta el sexenio.
Gracias a esa amplia política de alianzas este año cumplió 30 años en la escena política y en esas tres décadas se calcula que ha recibido, por concepto de financiamiento público al menos 4 mil 300 millones de pesos para su dirigencia nacional, sin contar las dirigencias estatales o prerrogativas para sus legisladores locales y federales.
En Europa los partidos verdes son muy serios e impulsan agendas definidas, en México el PVEM “opera más bien como un modelo de negocio, una empresa”, agrega la investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), Amalia Pulido Gómez.
“El PVEM es una empresa que ha sobrevivido con alianzas estratégicas y no ideológicas. Por ejemplo, es posible que haya tenido más cercanía con el PAN que con el PRI, pero aliarse ahora con Morena más bien revela pragmatismo o intereses”, añade.
Incluso señala que en algunas entidades el PVEM es considerado como “una franquicia” que operan no militantes, sino grupos locales con poder económico o político.
Un caso que ejemplifica esto es la fuerza que ha adquirido en Quintana Roo, en donde dirigentes del PVEM han sido señalados de corrupción para aceptar lujosas construcciones en zonas protegidas.
El poderío aliado al PVEM y no derivado de la fuerza de éste como partido, quedó en evidencia más claramente cuando en 2012 postuló como candidatos a litigantes, cabilderos o directivos de Televisa y TV Azteca, las dos televisoras más grandes del país, a los que hizo diputados y senadores.
En esa 62 Legislatura fueron 16 diputados y senadores con esa trayectoria, la mayor parte postulados por el PVEM, pero también algunos por el PRI.
Fueron conocidos como parte de la “Telebancada” entre otros Antonio Cuéllar, Mónica García, Javier Orozco (antes fue senador) o Federico González Luna Bueno, los tres ex integrantes del equipo jurídico de Televisa y el último, asesor jurídico de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT).
De Televisión Azteca fueron legisladores Ninfa Salinas Sada, hija del principal accionista de esa empresa, Ricardo Salinas Pliego, Carla Alicia Padilla, Carlos Alberto Puente, ex jefe de administración de esa televisora y Luis Armando Melgar, exdirector de Canal 40 y quien por cierto podría llegar a la 65 Legislatura, pues es candidato por un distrito chiapaneco.
Una de las principales reformas que impulsó –sin éxito- ese grupo fue la reversa a la reforma electoral que prohibió a terceros la compra de tiempo en radio y televisión para propaganda política, cambio que en 2008 afectó los negocios de esa industria en periodos electorales.