La Ley de Austeridad también prohíbe las delegaciones de las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, como ProMéxico, en el extranjero, salvo las correspondientes a las áreas de seguridad nacional e impartición de justicia. Por lo tanto, la representación del Estado mexicano en el exterior corresponde únicamente a la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Establece, a su vez, que las dependencias y oficinas gubernamentales deben evitar el derroche en consume de energía eléctrica, agua, servicios de telefonía fija y móvil, gasolinas e insumos financiados por el erario. Y, de igual forma, deben evitar el engrosamiento del aparato burocrático, la duplicidad de funciones y la generación de percepciones extraordinarias de sus funcionarios.
Asimismo, faculta a las secretarías de Hacienda y Crédito Público, y de la Función Pública a emitir los lineamientos necesarios para establecer medidas de austeridad en la compra de vehículos, sistemas de cómputo y servicios generales: justo ayer, en su discurso en el Zócalo, López Obrador denunció sin dar detalles que, en la adquisición de equipo de cómputo en anteriores administraciones, prevalecían hechos de corrupción.
La ley establece que los tres poderes de la Unión y los órganos autónomos, como el INE y la CNDH, tomarán las acciones necesarias para cumplir con la austeridad republicana cuando se les asignen recursos del Presupuesto de Egresos. A su vez, los entes públicos ajustarán sus estructuras orgánicas y ocupacionales de conformidad con los principios de racionalidad y austeridad.