Tras avanzar a paso lento por 5 de Mayo, estos contingentes llegaron dos horas después al Zócalo capitalino. Para entonces, la plancha principal ya era un altar en memoria de varias mujeres asesinadas.
Una de ellas es Jessica Flores, conductora de Didi asesinada hace 475 días. Su madre tomó un balcón del edificio de oficinas del Congreso de la Ciudad de México, donde previamente algunas activistas colocaron una manta con la leyenda: “¡Fuera aborto del Código Penal!”.
Desde esa ventana, la madre gritó a una plaza llena de mujeres: “Ni una más. Por esas mamás solteras que salen a buscar qué coman sus hijos. Exijo justicia a las autoridades. Hoy fue mi hija, ¿mañana quién sigue?”
Resuenan demandas feministas
Su voz retumbó nuevamente en el Zócalo. Su añeja exigencia de justicia, también. Justicia para las que ya no están y para las que no pueden alzar la voz.
Ni las vallas metálicas, ni la larga columna de policías –mujeres, como ellas– que las custodió en todo momento, detuvo su camino. Al contrario, a cada paso que daban, más se empoderaban.
Y es que activistas, feministas, académicas, artistas, cantantes, amigas, estudiantes, compañeras de trabajo marcharon “codo a codo” para protestar contra la violencia que en los últimos cuatro años ha cobrado la vida de más de 17,000 mujeres, según cifras oficiales.
A su paso, gritaron consignas, denunciaron a sus agresores y celebraron el estar juntas, el estar vivas.