“En diciembre y a principios de enero hay muchos animales que son regalados, pero por ahí de junio, agosto, hay mucho abandono porque la gente comienza a darse cuenta de que es un compromiso de unos 15 años”, dice en entrevista con Expansión Política.
La activista recomienda evaluar si se cuenta con el tiempo y los recursos suficientes para dar atención y cuidados, así como la paciencia para educarlo y socializarlo con otras personas y animales, además de un espacio adecuado.
“Los perros y gatos no pueden estar en la azotea, no son tinacos, tienen que formar parte de la familia”, sostiene.
Pequeños cachorros de bulldog francés o dálmata, así como gatitos siamés son fáciles de adquirir –si se cuenta con el dinero para comprarlos– en lugares como el Mercado Sonora, anuncios de Segunda Mano e incluso en redes sociales como Facebook.
Sin embargo, detrás de las imágenes que los ofrecen a la venta se encuentran historias de explotación, apunta Huerta.
“En una azotea o en un traspatio ponen muchas jaulas y meten a muchos perros para que se estén reproduciendo, con apenas la comida necesaria para que no se mueran de hambre, sin atención veterinaria porque sale caro y entonces ya no es negocio.
“Las hembras son explotadas cada seis meses, eso hace que se descalcifiquen, de tal forma que en tres o cinco años están tan afectadas que les duelen los huesos, pierden los dientes. ¿Qué hacen? Las tiran a la calle, las abandonan, las regalan, incluso las matan y agarran a una de sus crías para repetir el ciclo”, explica.