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“Tener buenos policías implica un buen trato desde su institución”

Andrés Estrada, autor del libro ‘Policía CDMX. Héroes y demonios’, asegura que la corporación arrastra problemas estructurales que dificultan que los agentes cumplan con su trabajo ante la ciudadanía.
sáb 06 noviembre 2021 11:59 PM
Andrés Estrada
Para escribir 'Policía CDMX', Andrés Estrada entrevistó a policías en activo y retirados, ciudadanos y especialistas en seguridad pública.

La desconfianza de la ciudadanía a la policía capitalina se basa en el hecho de que desde hace décadas la corporación arrastra problemas estructurales que dificultan que los agentes cumplan con su trabajo e incluso fomentan abusos hacia la población, advierte el periodista Andrés Estrada.

El reportero, quien se ha especializado en temas de seguridad en la capital del país, señala que en la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) falta capacitación, hay cobro de “cuotas” de los mandos a los uniformados y también se viven situaciones de violencia de género, según lo documenta en su libro Policía CDMX. Héroes y demonios, publicado por editorial Aguilar.

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Para Estrada, el primer paso para que la Ciudad de México cuente con policías confiables consiste en lograr que reciban un trato digno por parte de la SSC, lo que implica desde darles uniformes y los insumos necesarios para su desempeño hasta abrir instancias en las que puedan denunciar las irregularidades internas.

“El trato que se tiene al policía al interior de esta institución es el que desarrolla con el ciudadano”, dice Estrada.

“Para tener estos policías de nuestros sueños, primero deberían tener un buen trato desde la misma institución. Por ejemplo, si tú les das los insumos que requieren, no los estás coaccionando, les das buenos horarios, para que así tengan un trato con la ciudadanía digamos que amable”, argumenta.

En su libro, Estrada reúne decenas de entrevistas con policías capitalinos retirados y en activo, activistas y expertos en seguridad pública, que lo llevan a la conclusión de que la SSC es un organismo complejo, en el que coexisten al menos tres tipos de uniformados: los elementos corruptos, las personas que tomaron la placa únicamente porque no tuvieron otra opción laboral y los policías que sí se unieron a la corporación por convicción, quienes —pese a las dificultades— buscan que la capital del país sea un lugar más seguro.

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¿Por qué quisiste entrar al tema de la policía de la Ciudad de México?
Este tema de la policía de la Ciudad de México y nacional es poco explorado. La nota casi siempre va a la corrupción contra el ciudadano o al abuso de autoridad. Pocas veces se explora qué hay dentro de esta institución. A mí lo que me llevó fue el estigma. La mayoría de los ciudadanos decimos: “Son corruptos, prepotentes, ignorantes”. Fue ver más allá, qué hay bajo esa policía, bajo esa placa, ese uniforme, cómo es su vida personal y laboral. Al policía lo ves en la calle y lo ves más como un objeto. Lo que traté fue darles un poco de voz, humanizarlos, también entrevisté a varios ciudadanos que cuentan cómo sienten la inseguridad y qué piensan de la policía.

¿En dónde ubicas el origen del estigma a la policía capitalina?
A todos nos ha pasado o tenemos un familiar, un conocido, un amigo que ha tenido un desencuentro con la policía, por un hecho de corrupción o por un hecho violento: te golpearon, te subieron a la patrulla… ¿Pero a dónde va ese dinero (que le quitan al ciudadano)? Hay una violentación a los derechos de los policías. Muchos dicen: “A mí me enseñan que los ciudadanos tienen derechos, igual que los detenidos, ¿pero dónde quedan mis derechos?”. La SSC es una institución perversa que, al final de cuentas, coacciona a sus mismos elementos, les pide “cuotas” simplemente para desarrollar su trabajo. No les da insumos como uniformes, hace que los tengan que comprar, o les da pocas oportunidades para prepararse, para estudiar. También tienen turnos extensos, a veces hasta de dos días, o son arrestados cuando les inventan faltas.

Estos policías, al estar sometidos a todo esto (...), de ahí viene ese trato alevoso con la ciudadanía. Pero esto no es nuevo, viene desde los gobiernos priistas, perredistas y ahora con Morena. Hablé con policías retirados, de la vieja guardia, que cuentan cómo desde los 70, 80 no les daban insumos y les pedían “cuotas”. Al final de cuentas, el trato que se tiene al policía al interior de esta institución es el que desarrolla con el ciudadano.

El ciudadano ya cansado saca su ira con el rostro del Estado más cercano, el policía, y no con el político o el gobernante”.

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¿Cuáles son los principales problemas que hoy ves en la corporación?
En este libro digo que revelo algunos claroscuros, porque la problemática al interior de la policía es tremenda, por ejemplo, el tema de las “cuotas”, pero no solo eso. También está la violencia de género. Es un tema totalmente hermético. La violencia de género se da en todos los trabajos pero en la policía es tremenda. Diversas mujeres policía me cuentan cómo son acosadas sexualmente por algunos de sus compañeros, pero sobre todo por sus mandos. Les piden favores sexuales para tener un trabajo “cómodo”. Las ven como “carne fresca” o “pollitas”, comienzan a pretenderlas, a invitarlas a salir, a ponerlas en áreas cómodas, para al final cobrarles con un favor sexual. Yo lo llamo “un centenario de piel”.

Las mujeres que se niegan son fustigadas, las mandan a los peores servicios o a lugares peligrosos o lejos de sus casas. Si una mujer vive en Ixtapaluca, la van a mandar a la Miguel Hidalgo o a Cuajimalpa. Te podrías preguntar por qué no denuncian si están las unidades de Asuntos Internos, o apenas, con Claudia Sheinbaum, a mediados de 2019 se creó esta comisión contra la violencia a las mujeres policía y la corrupción . Lo que pasa es que, cuando van a estas instancias, son ignoradas y revictimizadas. Cuando mandan a llamar a sus mandos, les piden pruebas, pero este hostigamiento se da en lo oscuro, y el mando manda a llamar a dos testigos que dicen que el jefe no ha hecho eso. Finalmente, ¿qué hacen las mujeres policía? Prefieren no denunciar porque saben que van a quedar afectadas.

(La SSC) es una institución perversa, con reglas y conductas machistas, que si en la sociedad no se han podido desechar, menos en la policía”.

Con base en tu investigación, ¿de qué forma crees que se podría combatir esto?
Quizá podría ser con la creación de organismos autónomos. Por ejemplo, en este caso está esta comisión, pero pocas veces se atreven a denunciar porque están el Consejo Ciudadano y la Comisión de Derechos Humanos, pero están de la mano con el gobierno y eso al final de cuentas tampoco les está generando confianza a las mujeres. Entonces, tendría que ser un organismo autónomo, pero la 4T está en contra de esto.

Pero es como cuando se hizo la investigación de “La casa blanca”, que ponen a Virgilio Andrade (quien fue secretario de la Función Pública) a que investigue (al entonces presidente Enrique Peña Nieto) . ¿Qué van a investigar de sus jefes? No, deben ser órganos autónomos y que se den las sanciones, y no solo que se den a estos policías de los escalones más bajos, sino a estos mandos que son los culpables de que se den esta corrupción y esta violencia de género. Lo veo un poco difícil pero no imposible. Una especialista, Olivia Tena Guerrero, me decía: “Si la institución cambia su imagen por dentro, cambia también por fuera”. El ciudadano podría empezar a ver de otra forma al policía.

En el libro mencionas que muchos policías tomaron el uniforme más por necesidad que por convicción. ¿Hay estadísticas sobre esto?
Una estadística como tal no, pero platicando con ellos o especialistas, muchos lo que contaban es que ser policía al final de cuentas estuvo entre sus últimas opciones en la vida laboral. Antes trabajaron en ventas, en tiendas, fueron obreros, y finalmente buscaron esta vida laboral para tener seguro, sueldo fijo. También hay policías que tienen esta vocación porque tienen familiares que han sido marinos, militares o que han estado dentro de la propia policía. Y está la tercera parte, de quienes entran a las academias porque van con esta idea de que en la policía hay dinero. Entonces, tenemos estas tres partes: quienes fue su última opción, quienes sí tienen convicción y quienes nada más van por esta cuestión de la coacción.

¿Qué historias positivas encontraste entre los policías de la ciudad?
Hay varias historias de policías que llamo héroes: hombres y mujeres que se enfrentan a este sistema. Lamentablemente, poco han podido hacer. Tenemos el caso de un policía, Roberto Partida, que sí tuvo alguna preparación y cuando fallece su familia se mete la idea de “No debes ser un parásito en esta institución”, y busca cambiar estas formas. Él se preparó con el FBI, con el SWAT, pero finalmente nunca tuvo un buen cargo. Está la historia de otro policía, Antonio Samaniego, que también se dedica a la danza azteca y tiene cinco medallas al valor. Otro policía cuenta cómo detuvo a un violador serial. Él se puso la idea de “Yo lo voy a detener”, era un hombre que en el área de Contadero y Desierto de los Leones ya había violado a cerca de seis mujeres. Otro policía, el Señor Equis, no da su nombre y cuenta cómo ha desempeñado su trabajo y que a veces ya no es la corrupción en la policía sino con los ministerios públicos y los jueces, y es una historia que se da en toda la ciudad. A veces el ciudadano ve que el policía ya liberó a alguien, cuando realmente esta corrupción va más allá.

¿Cuál crees que sea el primer paso para tener una policía ideal?
Para tener estos policías de nuestros sueños, primero deberían tener un buen trato desde la misma institución. Por ejemplo, si tú les das los insumos que requieren, no los estás coaccionando, les das buenos horarios, para que así tengan un trato con la ciudadanía digamos que amable. Sí se les dan cursos de derechos humanos, pero ellos no pueden salir a reproducirlo si no empieza desde la misma institución. Creo que por ahí podríamos comenzar. Y también hablar de la policía de los sueños sería hablar con el ciudadano, pero uno como ciudadano difícilmente se acerca con un policía. A veces hasta les tenemos miedo porque no sabemos si es un policía bueno o uno malo.

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